Capítulo 39: Comentarios

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ZOE

Antes de comenzar mi jornada laboral, decidí hacer una pausa y visitar una cafetería para disfrutar de una taza de café. Al llegar, pedí mi café con leche en el mostrador y luego seleccioné una mesa libre para sentarme.
Mientras disfrutaba de mi bebida, noté que dos chicas en otra mesa, no muy lejos de la mía, me miraban constantemente, aunque no estaba segura de por qué.

A pesar de sentirme observado, intenté ignorarlo y me distraje mirando mi teléfono. Abrí Instagram y noté que tenía más de cien solicitudes de chat. Al abrir el primero, me encontré con un mensaje desagradable:

Jul.5_: Ridícula 🤣🤣

Eso decía el mensaje de no sé quién.

Procedí a ver otro mensaje.

MarieFab: Eres una puta de mierda,.
Interesada 🤢🤮

Me salí de ese chat y me metí a otro.

Briana_Chavela: Deja a Dante en paz. Sinvergüenza 🤬🖕🏻

Leí el mensaje y pronto me di cuenta de que estos mensajes podrían estar relacionados con una noticia de la revista Fast Celebrities que había mencionado a Dante y a mí.
Posiblemente, todos los mensajes era por eso y trataban de lo mismo, así que no quise verlos.

La situación entre Dante y yo se estaba volviendo complicada, y ahora también estaba siendo acosada en las redes sociales.

Eso no era justo, es más, ¿cómo supieron mi Instagram?
Era privado y nadie sabía mi nombre de usuario, es cierto que tenía puesto mi nombre y apellido, pero ¿tan canalla era la gente para buscarme en las redes sociales?
Esto no podía ser cierto.

Terminé mi café y me levanté de la silla. Noté que las dos chicas que me habían estado observando antes también se levantaron y me dirigí hacia la puerta. Cuando salí del local, una de ellas habló.

Chica: — Bff! — exclamó y me lanzó una mirada de desagrado.

Ella y la que la acompañaba se alejaron de mí y yo me quedé incrédula.
¿En serio? ¿Hasta en persona la gente se atrevía a tratarme mal?

Mientras caminaba hacia mi trabajo, noté que un chico y una chica me miraban de la misma manera. Así que decidí cruzar la calle rápidamente y me dirigí a la empresa.

Ximena: — Hola Zoe

— Hola

Una vez dentro, saludé a mi amiga Ximena y me apresuré hacia el ascensor. No quería hablar con nadie en ese momento, me sentía abrumada por la rabia, la incertidumbre y el agotamiento mental que estaba experimentando.
Era difícil no darle importancia a las opiniones de los demás.

Me puse las manos sobre la cabeza y sentí muchísimo agobio.
Mi pulso se disparaba rápidamente.
Fui a mi oficina y en ese momento, Dante entró.

Dante: — ¿Qué te ocurre? — preguntó de manera indiferente y su pregunta me pareció una falta de respeto, ya que parecía no importarle lo que estaba pasando.

— ¿Qué me pasa?
¿No ves lo que está sucediendo?
— respondí con frustración.

Dante: — ¿Y qué? Tenemos que seguir trabajando y dejar esto atrás

— Sí, pero no es tan fácil

Dante: — Entonces, deberías hacerlo
— dijo de forma directa y poco amigable.

— Para ti quizás sea sencillo, pero para mí no lo es

Dante: — ¡Ah, déjalo ya! No finjas que te importa, olvida este asunto

— ¿No ves que lo estoy intentando, maldita sea? — exclamé con exaltación.

Dante: — ¡Deja de hacerlo de una vez, joder! — exclamó con furia, igual de exaltado que yo. Se notaba confundido y agotado, reflejando el impacto que la noticia de la revista estaba teniendo en la empresa.

— Es que no entiendes…

Dante: — Todos estamos igual.
Deja de pensar en ese asunto porque ya está solucionado

— ¡Si tú no haces nada!
Has desaparecido y me has dejado aquí soportando toda esta mierda

Dante: — No es para tanto

— ¿¡No es para tanto!? Tú no sabes nada. Mira… Vete de mi oficina y déjame en paz — dije y me fui a sentar en mi silla.

Dante: — Pues empieza a trabajar.
Tienes muchas cosas que hacer

— ¡Vete! — exclamé y él salió de mi oficina.

Todo lo que estaba ocurriendo me superaba, y estaba llegando a un punto en el que ya no podía soportarlo más.

Miércoles.

Al regresar a casa después del trabajo, como de costumbre, me encontré con unas cinco personas esperándome. Dos de ellas sostenían cámaras, mientras que las demás tenían micrófonos, y una de ellas grababa con su teléfono. Parecían ser periodistas.

Alguien: — ¿Enviaste ese mensaje a propósito? ¿Con qué objetivo?

Otro: — ¡Oye! ¿Por qué dijiste eso?
¿No era cierto? ¿Cómo te sientes al respecto?

Decidí no responder a sus preguntas sin sentido y me apresuré a entrar en el edificio donde se encontraba mi apartamento.
¿Qué diablos estaba sucediendo?
¿Cómo sabían dónde vivía? Esto era una locura. Me sentía frustrada.
¿Por qué tenía que pasar por todo esto?

8:10 p.m.

Cuando miré por la ventana aún había dos reporteros afuera, tal vez esperando a que saliera para acosarme con más preguntas. Afortunadamente, pronto se subieron a su automóvil y se marcharon.
¡Por fin se fueron!
Me alejé de la ventana y me senté en el sofá.

Cada vez sentía más el impulso de escapar de esta pesadilla, ya que parecía que no avanzaba. Aunque había una posibilidad de que con el tiempo la gente olvidara la controversia entre Dante y yo, sinceramente estaba agotada de tener que soportar todo esto.
Así que tomé mi teléfono y envié un mensaje a Vanessa.

Yo, 8:15 p.m.
¿Lo que me dijiste aquel día todavía sigue en pie?

Vanessa, 8:17 p.m.
¿Lo del trabajo? Claro, cuando quieras

Yo, 8:17 p.m.
Vale

Vanessa, 8:17 p.m.
¿Cuándo quieres empezar?

Yo, 8:17 p.m.
Ya te avisaré

Vanessa, 8:18 p.m.
Valeee

Tras leer el mensaje, comencé a reflexionar sobre lo que le había dicho a Vanessa. Mi razón para ponerme en contacto con ella era porque estaba considerando seriamente dejar mi trabajo en la empresa. No solo me sentía mal, sino que también quería poner fin a cualquier ilusión que aún tuviera en relación con Dante. Si podía evitarlo, prefería no seguir adelante con esa ilusión que, aunque no lo quisiera aceptar, ya era enamoramiento.

El Jefe Me EspíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora