Miércoles, 7:03 a.m.
Conduje hasta la empresa en mi automóvil nuevo que había adquirido el mes pasado, una elegante camioneta Ford gris que me parecía hermosa.
Una vez en el estacionamiento de la empresa, lo primero que hice al entrar fue sacar mi tablet, ya que había recibido un correo.
___________________________________Asunto: Que sea rápido
De: Ashley Wilson
Para: MiVe a dejarle el café al señor Grimaldi, recuerda: expreso, sin azúcar.
__________________________________
Leí su correo y puse los ojos en blanco con tal pedido, por lo que le respondí en seguida.
__________________________________
Re: Qué sea rápido
¿Por qué no vas tú?
__________________________________
Re: Re: Que sea rápido
Se me olvidó.
¡Ve ahora mismo!
__________________________________
Entré en la cafetería privada de la empresa y pedí lo que Ashley me había encargado. Mientras tanto, Marcus, un compañero, se me acercó.
Marcus: — Hey! ¿Cómo estás?
— Hola, Marcus, bien, ¿y tú?
Marcus: — Bien — respondió sonriendo. Detrás de él, Ximena apareció y, al notar su presencia, pareció querer alejarse para no tener que pedir café. Sin embargo, la insté a quedarse, sabiendo que deseaba un café, aunque no quisiera estar cerca de Marcus.
— Hola, Ximena — dije. Ella me miró y luego a Marcus.
Ximena: — Hola
Ximena se quedó paralizada en su sitio, y Marcus le sonrió, lo que la puso nerviosa y empezó a jugar con su cabello.
Marcus: — Hola
Ximena: — Hola
— ¿Cómo te va? — pregunté, abrazándola de costado y Ximena sonrió.
Ximena: — Bien — respondió, pero no dejaba de mirar a Marcus, quien se dispuso a pedir un café.
— ¿Por qué te querías ir? — pregunté susurrando.
Ximena: — Ya sabes
Marcus: — Bueno, chicas, las dejo. Tengo que volver a mi oficina
— Vale, adiós
Me despedí y miré a Ximena, quien no dijo nada. Por eso, le di un pequeño empujón.
Ximena: — Adiós — mencionó, y Marcus sonrió antes de alejarse. Cuando ya estaba bastante lejos, ella soltó un gran suspiro.
— ¿Te puso nerviosa?
Ximena: — Pues sí
— ¡Ay!
Ximena: — Es que él es muy…
— ¿Guapo? — pregunté, y ella sonrió.
Ximena: — ¿Qué puedo decir?
Ambas reímos, y el barman me indicó que mi pedido estaba listo.
— Bueno, nos vemos al almuerzo
Ximena: — Está bien. Chao
— Chao
Minutos después, salí de la cafetería con una taza de café en cada mano: una para mí y la otra para el señor Grimaldi. Aunque no era mi responsabilidad, ya que el señor Grimaldi podía hacerlo solo, su asistente personal a veces se encargaba de ello. Sin embargo, parecía que ella había olvidado llevarle el café nuevamente, así que me tocó a mí hacerlo.
Subí al ascensor y presioné el botón del quinto piso, donde se encontraba la oficina de mi jefe, mientras que mi cubículo estaba en el cuarto.
Voz: — Pero, ¿¡qué carajos te pasa!?
— preguntó gritando tan alto que hasta donde estaba el ascensor se escuchó, y eso que se encontraba bastante lejos.
— ¿Sabes qué? Me da igual, ya verás qué hacer con tu puta empresa — volvió a gritar, pero esta vez me hizo saltar del susto y que casi se derramaran los cafés que llevaba.
— ¡Eres un imbécil! — gritó y abrió la puerta con brusquedad.«Pobre puerta», me dije y Ashley, quien era la mujer que salió y la que estaba gritando, aparte de ser la asistente personal del señor Grimaldi y su novia, me fulminó con la mirada y se subió al ascensor como alma que llevaba el diablo… ¡Ah, no! Si el diablo era ella misma.
Por un momento, consideré dar media vuelta, suponiendo que mi jefe no estaría de humor para verme después de esa pelea. No obstante, recordé que esta no era la primera vez que discutían y que él probablemente estaba acostumbrado a eso, al igual que yo.
Y es que desde que comencé a trabajar en la empresa hace un año, había escuchado sus discusiones con frecuencia. De hecho, los gritos de Ashley se escuchaban más que los de él, incluso en el cuarto piso.En definitiva, decidí continuar caminando hacia la oficina de mi jefe, cuando de repente me topé con él mientras salía, casi chocando con su figura de un metro setenta y cinco.
Dante: — ¡Ah! Señorita Carrasco, qué oportuna
Me miró y yo en ese momento me sentí como un minions a su lado, pero por suerte, alcanzaba a medir un metro sesenta y dos y no era tan bajita, aunque frente a su cuerpo voluptuoso si lo parecía.
Dante: — ¿Cuál de los dos es mi café?
— preguntó mientras los examinaba.
Le ofrecí el de la izquierda, ya que era un café expreso sin azúcar, mientras que el otro era mi café con leche.
— Gracias — mencionó y tomó un sorbo del café. Yo, por otro lado, me perdí en sus perfectas y marcadas facciones, su barba, su cabello castaño y esos hermosos ojos azules. Además, no digamos de su delicioso cuerpo de atleta que, aun con traje, se le notaba.«¡Por Dios, Zoe, concéntrate!», me dije y volví a la realidad.
Dante: — Siempre es lo mismo — dijo entre dientes.
— ¿Ya se fue la señorita Wilson?— Sí
Dante: — Bien — suspiró y tomó otro sorbo de su café.
— Dile a Ximena que busque ahora mismo a una nueva secretaria— ¿Y yo? — pregunté preocupada.
— ¿Qué he hecho para que me despida? — añadí, sintiendo cómo caían mis hombros, decepcionada, y él simplemente me miró con la mirada de siempre, inexpresiva.Dante: — La señorita Wilson finalmente presentó su renuncia, aunque no lo dijo explícitamente, lo hará. A partir de ahora, tú serás mi nueva asistente personal
— Pero… — me quedé a medias porque me lanzó una mirada de advertencia y seria, así que guardé silencio.
Dante: — Dentro de unos minutos, recibirás un correo con tus nuevas tareas. Necesitas ponerte al día con mi agenda y traslada tus cosas a esta oficina — dijo señalando la oficina que solía ser de Ashley.
— A partir de hoy, será tuya— ¿Y qué hago con las cosas de Ashley?
Dante: — Las pones en una caja y le dices que las recoja
Dicho esto, se volteó y se adentró en su oficina. Por otro lado, me sentí complacida por mi nuevo papel como asistente personal, lo que conllevaba un salario mejorado. Aunque debo admitir que el salario en la empresa ya era satisfactorio, sin importar el cargo.
No obstante, me di cuenta de algo que había pasado por alto: ¿este era el fin de la víbora? ¡Sí! Ashley ya no estaría en la empresa, lo que era magnífico porque no tendría que soportar su actitud y sus desprecios cada vez que nos cruzábamos.
Aunque me entristecía saber que Ashley había sido despedida y que ya no estaría trabajando, seguía siendo consciente de su humanidad y no le deseaba ningún mal. Al final, reconocía lo complicado que podía ser encontrar trabajo a veces, pero tal vez para Ashley no sería un problema porque era buena en lo que hacía. Aun así, en silencio, pedí que encontrara un nuevo empleo lo antes posible, deseándole lo mejor a pesar de nuestras diferencias.
ESTÁS LEYENDO
El Jefe Me Espía
RandomZoe Carrasco, será contratada en 𝘎𝘳𝘪𝘮𝘢𝘭𝘥𝘪'𝘴 𝘤𝘰𝘮𝘱𝘢𝘯𝘺, una de las inmobiliarias más prestigiosas del país, y su destino toma un giro extraordinario al convertirse en la asistente personal de Dante Grimaldi, un apuesto magnate italiano...