Capítulo 42: ¡Maldita sea!

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DANTE

Un mes después.

¡Maldita sea!
¿Por qué no podía dejar de pensar en ella?
¿Por qué se me pasaba por la mente a cada rato? Y eso que yo no quería.
Joder…
Me puse de pie y caminé hacia el amplio ventanal de mi oficina.
Era imposible concentrarme si seguía obsesionado con Zoe. No entendía por qué demonios ocupaba mi mente todo el tiempo, especialmente cuando se suponía que no significaba nada para mí.

Me acerqué al minibar que tenía en la oficina y me serví un trago de whisky. Regresé a mi silla justo cuando sonó el interfono.

Ximena: — Señor Grimaldi, ¿está ocupado?

— No

Ximena: — El señor Johnson me llamó y dijo que no asistió a la reunión

— Maldita sea… Se me olvidó

Ximena: — ¿Quiere que programe otra cita?

— Sí, por favor

Ximena: — Entendido

— Gracias

Ximena: — Señor… ¿Ha considerado la posibilidad de contratar a otra asistente personal?

— No, no hace falta. Puedo manejarlo por mi cuenta

Colgué y me recosté en el respaldo de la silla. Era una mentira, no podía hacerlo solo con tanto trabajo. Con Zoe, todo era más sencillo; ella era increíblemente organizada y siempre estaba al tanto de mis reuniones y de todo lo demás.
Ahora que no estaba, todo se había convertido en un desastre, un completo caos. No obstante, no quería contratar a otra asistente, incluso si la necesitaba desesperadamente.
No quería reemplazar el puesto que Zoe dejó vacante, porque sentía como si de alguna manera supiera que volvería, aunque pareciera casi imposible.

03:08 p.m.

Estaba en la playa, observando las olas, danzar al compás del viento. El sol pintaba el mar de un azul brillante, mientras el cielo se extendía sin nubes. La atmósfera estaba llena de serenidad. De repente, unas manos acariciaron mi abdomen, subieron lentamente hasta mi pecho y la persona que me abrazaba por detrás apoyó su cabeza en mi espalda.

Zoe: — Te extrañé mucho — susurró mientras me giraba para encontrarme con sus ojos, una sensación familiar que no me sorprendió, como si hubiera estado esperando este momento.
Mis manos acariciaron su rostro, perdiéndome en su mirada.

— Yo también te extrañé — respondí, inclinándome para besarla, pero la realidad se rompió.

¡Mierda!
Me desperté y me di cuenta de que todo había sido un sueño.
¿Por qué? ¿Por qué soñaba con ella?
No sentía más que una atracción física por ella, ¿verdad?
¿Entonces por qué la quería en mi vida? ¿Por qué la anhelaba? Si no era más que un interés superficial.

Martes.

La quería ver, volver a ver sus ojos, volver a sentir su piel…

Johnson: — ¿Dante?

— ¿Eh?

Johnson: — ¿Estás de acuerdo?

— ¿En qué?

Johnson: — En el proyecto que te acabo de contar

— ¡Ah, sí! Claro

Parpadeé varias veces, desconectado del trabajo por mis pensamientos sobre Zoe.

— ¿Puedo tomar un momento?

Johnson: — Por supuesto

Caminé hacia el baño y me eché agua para refrescarme la cara mientras me miraba en el espejo.
¿Qué me estaba pasando?
¿Extrañaba a Zoe? ¿Lo había estado sintiendo todo este tiempo, pero no quería admitirlo?
¿Por qué la quería de vuelta?
Eso podía ser posible, pero… ¿En serio?
Joder… En verdad la quería y yo no me había dado cuenta, más bien, no quise aceptarlo.
Y es que estaba claro, ¿si no por qué la quería de vuelta?
No tenía sentido si no era por eso.
Maldita sea… Y yo que la dejé ir.

El Jefe Me EspíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora