Capítulo 25: Amenazas

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Dos semanas después.

DANTE

Domingo.

Estaba en una reunión con supuestos empresarios rusos, que en realidad eran traficantes y estafadores disfrazados de empresarios. Había descubierto su verdadera naturaleza cuando noté que estaban construyendo vías ilegales en los terrenos donde planeábamos construir condominios, obviamente destinadas para el contrabando de drogas.

Al darme cuenta de la situación, identifiqué inmediatamente a este grupo de rusos como responsables. A pesar de ello, me vi obligado a abandonar mi proyecto y permitir que continuaran con sus actividades ilícitas.

¿Y por qué no tomé medidas en su contra? La respuesta es sencilla: enfrentar a cientos de personas como ellos solo habría generado más problemas. Además, mi hermano Niccolò era policía y formaba parte de una unidad especializada en la lucha contra el contrabando, pero ni siquiera ellos se atrevían a enfrentarse a estos rusos.

A pesar de todo, los mantenían bajo vigilancia las veinticuatro horas del día, con la esperanza de algún día llevarlos ante la justicia.

Mijaíl: — Que te quede claro que este es nuestro territorio

— Ajá

Mijaíl: — ¿No te bastó con arruinarnos la venta la última vez?

— No sabía que también a las afueras de la ciudad tenías ventas — respondí y él siguió fumando de su puro mientras me miraba atentamente.

Mijaíl: — Pues tienes que saberlo, americano. Yo tengo negocios en todos lados, así que dile a tus hombres que no se les ocurra poner una casita en mi terreno, ¿entendiste?

Mijaíl tiró el puro al suelo, que aterrizó cerca de mi zapato izquierdo, y se acercó para enfrentarme cara a cara.

Mijaíl: — ¿Te quedó claro?
¿Eh, americano? — preguntó retándome y los tres hombres que estaban de acompañantes solo rieron con burla.

— A ti que te quede claro cuál es tu posición porque en cualquier momento abro la boca y todos ustedes estarán en una celda

Mijaíl: — No tendrás valor, ¿qué tal si te cierro la boca de princesa que tienes con una bala? ¿Eh?

— Hazlo, pero no tendrás tiempo ni para parpadear cuando alguno de los francotiradores que te están viendo ahora mismo, te meta un tiro en la frente — dije, los tres hombres se miraron entre ellos y después miraron hacia la ventana.
Mijaíl se alejó y tomó otro puro de la mesa.
Así que, Kyle y yo, junto con un amigo de mi hermano, salimos de la habitación después de finalizar la conversación.

Kyle: — ¿Cómo supieron que era uno de los nuestros?

— No lo sabían, solo asumieron que era uno de mis empleados

Kyle: — Menos mal

— Aun así, no era necesario enviar a tus hombres para espiar tan de cerca

Kyle: — Fue idea de tu hermano. Hizo que un policía se hiciera pasar por uno de tus empleados para investigar las ventas de drogas subterráneas

— ¿Subterráneas?

Kyle: — Sí, ocurren cinco metros bajo tierra

— ¿Y cómo llegan allí?

Kyle: — A través de un túnel que comienza en una casa cerca de la quinta Avenida. Si ese policía no hubiera ido, no tendríamos esta información

— ¿Y cuál es el plan de mi hermano para atraparlos?

El Jefe Me EspíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora