Capítulo 29: Buscando la verdad

2.4K 116 0
                                    

ZOE

6:27 a.m.

Me desperté con un rayo de luz que me iluminaba el rostro.
Abrí por completo los ojos y me di cuenta de que no era mi habitación.
Era diferente.
¿En dónde estaba?
Miré mi cuerpo y estaba desnudo.
Miré a mi lado y vi a Dante dormido.
¡Mierda!
Habíamos follado y yo pensaba que había sido solamente un sueño.
Entonces, como el pecho de Dante estaba descubierto porque la sábana solo cubría desde el abdomen hasta los pies, vi que tenía algo.
Era una cicatriz larga como la longitud de su pectoral, además, estaba justo en medio de su pecho, pero ¿por qué?
¿Qué le había pasado ahí?
Así pues, no le tomé tanta importancia, quizás era una cicatriz irrelevante.

En tanto, le volví a mirar el rostro.
Él era muy guapo y eso que aún dormía.
Ese hombre aunque estuviera durmiendo era divino, pero ¡no!
¿Qué me estaba pasando?
No tenía que verle de esa manera.
No tenía que pensar que era lindo porque sino... ¿A caso me gustaba?
¿Me había enamorado de él?
Nah! Solo por aceptar que era guapo no significaba que me gustara, además de que me hiciera sentir bien, que cuando teníamos intimidad era increíble, que su mirada y rostro eran perfectos, que su voz era una melodía para mis oídos y que... ¡No! ¡Basta! No tenía que verle así.
De modo que, me di una cachetada mental y dejé de mirarle.

Vi mi ropa esparcida en el suelo y alcancé mi ropa interior con la mano. Con sumo cuidado, me levanté para no despertar a Dante y luego busqué mi ropa. Sin embargo, no quería perder mucho tiempo poniéndome el vestido de ayer, así que opté por ponerme la camisa de Dante.

Quería quedarme ahí con él y amanecer a su lado, Quería pasar más tiempo con él y compartir amaneceres a su lado, pero sabía que tenía que mantener mi cordura. Me había dado cuenta de que nuestra relación se limitaba a encuentros íntimos; no había indicios de que quisiera algo más serio conmigo.
Era evidente que él era muy selectivo en sus relaciones y yo no parecía estar en esa lista, aunque careciera de pruebas concretas. ¿Y por qué pensaba eso?
Porque él no solía enamorarse, e incluso parecía temerle al romance.
Su actitud fría en ese aspecto me hacía dudar si alguna vez podría dejar que el romanticismo lo guiara. Aunque también me aterraba enamorarme, decidí que no iba a quedarme para descubrirlo.

Terminé de vestirme y me deslicé fuera de su habitación con la mayor discreción posible.
Me dirigí a la mía, pero no pude entrar.
No tenía la tarjeta de acceso y posiblemente me la había dejado en la habitación de Dante.
¡Carajo! No me quedó más opción que volver atrás.

Al regresar, la puerta se abrió y Dante se asomó, llevaba puestos unos pantalones para cubrir la parte de abajo y arriba no andaba nada.

— Lo siento, no quería despertarte

Dante: — Estaba despierto desde antes, y cuando vi que te fuiste, quise ver cuánto tardabas en darte cuenta de que habías dejado la llave

— Es que no me di cuenta — respondí, desviando la mirada hacia su pecho, donde se encontraba una cicatriz, y eso lo hizo carraspear y fruncir el ceño.

Dante me entregó la tarjeta en silencio y cerró la puerta como si estuviera molesto. ¿Pero por qué? ¿Dije algo malo? ¿O quería ocultar algo? ¿La cicatriz, quizás?

Con todas esas preguntas rondando en mi mente, tuve que volver a mi habitación.
Lo que acababa de ocurrir me dejó pensativa, y sentía una fuerte curiosidad por saber más sobre esa cicatriz. Además, pensándolo bien, no era una ubicación común para una cicatriz.
¿Qué podría significar?
¿Un corte cercano al corazón?
¡No podía ser posible!
¿O tal vez fue resultado de una operación en el corazón? ¡Oh! Eso podría tener sentido.

El Jefe Me EspíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora