Capítulo 19: ¿Por qué a mí?

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ZOE

Miércoles.

Anoche volví a beber hasta no poder más. Me pasé de copas y olvidé completamente que tenía que trabajar al día siguiente. Como resultado, me levanté tarde y llegué tarde al trabajo. Afortunadamente, el señor Grimaldi no pareció notar mi ausencia, probablemente no estaba vigilando las cámaras de seguridad, como siempre lo hacía, y no podría ver cuándo llegaba, a menos que me buscara en mi oficina y no me encontrara.

1:11 p.m.

Bajé a la cafetería de la empresa para pedir un café. La resaca seguía presente, negándose a desaparecer. Al regresar a mi oficina, me di cuenta de que había sido un error venir a trabajar en ese estado. Ximena casi me descubre aparentando estar más ebria de lo que realmente estaba, y si ella lo había notado, era probable que alguien más también lo hiciera, y eso no era bueno.

Me senté nuevamente en mi silla y comencé a pensar en cómo podría decorar aún más mi oficina. Sentía que le faltaba algo importante, como una cafetera, puesto que bajar hasta el piso de abajo solo por un café no era muy conveniente. Entonces, el interfono sonó, debía ser mi jefe.

Dante: — En mi oficina en cinco minutos

Colgó y suspiré. ¿Qué haría? ¿Y si me notaba la resaca? Lo más probable es que me despidiera, sin duda alguna.
Pero si lograba aparentar que estaba bien, podría evitar problemas.
Cinco minutos después, fui hasta su oficina.

— Buenas tardes, señor Grimaldi

Cuando entré en su oficina, me dirigí hacia su escritorio y me detuve a cierta distancia de él. Él me miró de arriba a abajo, analizando mi cuerpo hasta que me di cuenta de que, una vez más, llevaba puesta una falda. Se me había olvidado por completo que no debía vestir así, ya que esta mañana me vestí rápidamente sin pensar. Además, estaba acostumbrada a ese estilo de ropa y mi armario estaba lleno de prendas similares.

— ¿A qué se debe su llamada?
— pregunté y me crucé de brazos con la intención de tapar mis pechos porque sus ojos no se apartaban de ellos, por lo que me miró a los ojos.

Dante: — Primero de todo, hay dos asuntos, no, tres asuntos que arreglar contigo

— ¿Sí?

Dante: — En primer lugar, llegaste tarde al trabajo. ¿Quieres que te despida?

— Lo lamento mucho, señor, sé que debía informarle, pero tuve un problema anoche

Dante: — ¿Un problema?

— Mi alarma no sonó, en realidad, olvidé ponerla — admití avergonzada.
La verdad era que había estado tan borracha que olvidé programarla.

Dante: — Supongo que fue a causa de la borrachera

— ¿Cómo lo sabe?

Dante: — Yo lo sé todo, señorita Carrasco — respondió con una voz grave y una expresión coqueta.

— ¿A caso me espía?

Dante: — Solo quédese con la idea de que lo sé todo, y si piensa que fingir algo delante de mí funcionará, está equivocada. Bien, sigamos con este asunto…

Buscó algo en su tablet y continuó.

Dante: — Exactamente a las nueve y quince minutos llegó a la empresa, ¿o me equivoco?

¡Qué cabrón! ¿Cómo lo sabía? ¡Hasta lo tenía anotado en su tablet!

— Sí

Dante: — ¿Y no pensaba decírmelo?

El Jefe Me EspíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora