ZOE
Lunes, 7:06 a.m.
Acababa de llegar a la empresa y lo primero que hice fue charlar un rato con Ximena.
Ximena: — ¡Hola!
— Hola, ¿cómo estás?
Ximena: — Bueno...
— ¿Qué pasó?
Ximena: — Después te lo cuento
— respondió con una expresión desilusionada.— Cuéntamelo ahora
Ximena: — ¿Tienes tiempo?
— Sí
Ximena: — Pues, el caso es que Marcus y yo nos encontramos en un bar. Él me invitó a cenar, estuvimos charlando y todo fue muy agradable. Entonces, cuando era hora de irnos a casa, él intentó besarme, pero yo me negué
— ¿Por qué? ¿No te gusta él?
Ximena: — Sí, pero me da miedo
— ¿Y eso?
Ximena: — No lo sé
En ese momento, escuché pasos detrás de mí y me volví para ver quién era. Marcus se acercó a nosotras, le sonrió tímidamente a Ximena y luego a mí.
Marcus: — Hola, Ximena. Quería darte esto. Karla me pidió que te entregara este documento
Le entregó un papel y tanto Ximena como él evitaban mirarse a los ojos.
La tensión en el ambiente era palpable, incluso hasta yo me sentí incómoda.
Era evidente que entre ellos había algo, pero ese sentimiento aún no era mutuo, al menos hasta que decidieran superar sus miedos.Miré a Ximena y ella me miró.
— Nos vemos luego
Ximena: — Adiós
— Hasta luego, Marcus
Marcus: — Adiós
Me despedí, dejándolos en un incómodo silencio mientras se miraban a los ojos antes de apartar la mirada. Ambos anhelaban hablar, pero Ximena temía entregarse a sus sentimientos, y Marcus quizás compartía el temor, no de querer, sino de no ser correspondido.
Enseguida, me dirigí a mi oficina y en el pasillo del primer piso me topé con George, un publicista.
George: — Hola, Zoe
— Hola, ¿cómo estás?
George: — Bien, ¿y tú?
— Estoy bien
Intercambiamos sonrisas y como los dos íbamos al ascensor, continuamos conversando.
George: — ¿Cómo va todo en tu trabajo?
— Bastante bien
George: — ¡Qué bueno!
Cuando llegamos a la segunda planta, el ascensor se detuvo y al abrirse las puertas, vi al señor Grimaldi esperando para entrar.
George: — ¡Dante! ¿Qué tal? — preguntó George, y mi jefe me miró a mí.
Dante: — Como siempre
Entró en el ascensor y se colocó junto a George, dejándome espacio aparte de ellos.
George: — Por cierto, estás bellísima, Zoe — dijo casi susurrando, lo que me puso nerviosa, ya que estaba claro que el señor Grimaldi lo había oído. Miré a George y luego a mi jefe, quien me miraba fijamente por encima de la cabeza de George, apretando su mandíbula. Él era más alto que George, por lo que su expresión era visible.
Finalmente, nuestro acompañante se bajó en el tercer piso, y el señor Grimaldi y yo continuamos nuestro trayecto.
Me sentía incómoda a su lado por alguna razón, no solo por lo que George había dicho, sino también por mi deseo de hacerle saber a mi jefe que estaba disponible, como si pudiera haber algo entre nosotros dos. Pero, ¿qué podía hacer? Dante se estaba convirtiendo en mi fantasía, especialmente después de lo que habíamos compartido en los últimos días. Mi atracción por él seguía ardiendo.Cuando llegamos a nuestro piso, él se adelantó y bajó del ascensor primero, sin esperarme, y eso me hizo entender que probablemente estaba enfadado, quizás debido a lo que había sucedido antes.
Tal vez se había puesto celoso, ya que caminó hacia su oficina con un semblante enfadado. Pero, ¿por qué le importaría? ¿Tenía algún significado lo que George había dicho?6:22 a.m.
El señor Grimaldi había pasado todo el día encerrado en su oficina y eso hizo preguntarme si la razón de su mal humor era yo. Exactamente lo que había pasado con George. Entonces, el interfono sonó y era él.
Dante: — Ven a mi oficina
Habló rápidamente y colgó de inmediato. Eso confirmó que realmente estaba enojado, lo que me preocupó, ya que cuando él se enfadaba, podía ser bastante impredecible y esto parecía haber sido desencadenado por George. Ah, por cierto, George era conocido por su tendencia a coquetear con muchas mujeres. Lo sabía porque Myriam, una compañera de trabajo en el mismo departamento que él, me lo había contado cuando salieron juntos. No obstante, solo unas pocas personas sabían esto: Myriam, Ximena y yo, y no teníamos intención de compartirlo con nadie más, ya que no era asunto nuestro. Además, sus coqueteos con todas eran evidentes por sí solos.
En cuanto a George a mí, yo solo lo veía como un amigo y colega de trabajo. Así que nunca le había prestado atención cuando se quería insinuar.Así que, finalmente, entré en la oficina de mi jefe.
Él estaba sentado en su silla detrás del escritorio, mirando hacia la puerta, esperándome.— ¿Me llamó?
Dante: — Necesitamos hablar
— De acuerdo, ¿hay algún problema?
Dante: — Sí, lo hay — respondió, siendo más directo.
— ¿Por...?
Dante: — A partir de mañana, será obligatorio que uses otra vestimenta.
La que usas parece más adecuada para una discoteca — dijo frunciendo el ceño, y sus palabras me ofendieron.— Pero todas mis compañeras vienen vestidas así a la oficina. Además, ¿qué tiene de malo? Yo elijo cómo vestirme
— respondí de manera defensiva, sintiéndome no solo intimidada, sino también molesta por sus comentarios. ¿Qué le pasaba para decirme eso?Dante: — Si esta fuera tu empresa, podrías vestirte como quisieras. Pero como es la mía, debes seguir mis reglas
— Bff! Mire señor Grimaldi, tengo derecho a vestirme como quiera, y si a usted no le gusta, no es mi problema
Dante: — Escucha...
Comenzó a decir, apoyando los codos en el escritorio y con una expresión tensa.
Dante: — Si mañana vuelves a usar faldas ajustadas, te consideras despedida, ¿entendiste?
No podía creerlo. ¿Por qué a mí?
Nunca antes Dante me había hecho un comentario así. Pero, claro, "el señor perfecto" no quería verme vestida así.
No obstante, aunque tuviera derecho a vestirme como quisiera, él tenía razón, no era mi empresa, y desafortunadamente tenía que acatar sus decisiones.— Está bien, señor Grimaldi, lo que usted diga. Pero me gustaría saber una cosa: ¿por qué a mí y no a mis compañeras?
Me atreví a preguntar, ya que estaba cansada de sus comentarios y pensé que era una oportunidad para expresar mi confusión.
Él no respondió, solo me miró.— ¿Entonces? — pregunté, pero en ese momento tocaron la puerta.
No recordaba que a esa hora tenía programada una reunión.Freddy: — Buenos días
— Buenos días, señor
Freddy: — ¿Puedo pasar?
Dante: — Claro, adelante
Dante seguía mirándome, pero no podíamos seguir discutiendo en ese momento. Tuve que irme y quedé con la incertidumbre, sin saber la respuesta a mi pregunta.
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El Jefe Me Espía
De TodoZoe Carrasco, será contratada en 𝘎𝘳𝘪𝘮𝘢𝘭𝘥𝘪'𝘴 𝘤𝘰𝘮𝘱𝘢𝘯𝘺, una de las inmobiliarias más prestigiosas del país, y su destino toma un giro extraordinario al convertirse en la asistente personal de Dante Grimaldi, un apuesto magnate italiano...