Capítulo extra 2

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ZOE

Sábado, 8:11 p.m.

Dante iba manejando su auto e íbamos en dirección a nuestra casa.
Veníamos de estar en la oficina trabajando. De hecho, la empresa había crecido mucho a lo largo de todos estos años y eso nos alegraba a Dante y a mí, quien, como me había pedido hace cinco años que fuera la jefa de la empresa, tomé ese cargo y tuve que adaptarme a esa nueva etapa en mi vida laboral, ya que aunque quisiera que todos mis antiguos compañeros de trabajo, incluyendo a Ximena, me trataran como siempre lo habían hecho, no lo hacían. Y es que desde que Dante anunció el nuevo cargo que yo tendría en la empresa, todos los empleados me trataban de "usted" y cuando tenían algún trato conmigo lo hacían con mucho respeto y con demasiada formalidad, cosa que para mí no era necesario, pero a pesar de que yo les pidiera que no lo hicieran, ellos lo hacían, así que no podía hacer nada para arreglarlo.
Tenía que soportarlo, y no es que me molestara, pero sí me parecía muy exagerado, es decir, como no estaba acostumbrada a que me trataran así, me parecía extraño. Sin embargo, les entendía, ya que yo también hubiera tratado de esa manera a mi jefe, porque al fin y al cabo, esa era la manera más correcta de hacerlo, porque queriendo o no, si era jefe o jefa, tenía un cargo más alto que un empleado normal y había que respetarlo como se debía.

— ¿Te acuerdas de aquella vez en que me pediste matrimonio? — pregunté porque me miré el dedo donde andaba puesto el anillo de compromiso.

Dante: — ¿Cómo olvidarlo? Se me cayó el anillo al lago

— Ja, ja, pero fue gracioso

Dante: — Sí, después de tanto tiempo me doy cuenta de que fue divertido

— Es un recuerdo que pasará a la historia

Dante: — Pues sí, ja, ja.
Tal vez en verano hacemos la boda

— Sí, ya he estado viendo los lugares donde lo podemos hacer

Dante: — Vale, ya iremos planeando todo

— Me emociona la boda, pero al mismo tiempo me abruma

Dante: — A mí también, pero es porque es algo que nunca hemos hecho

— Ya... Y habrá que ensayar un baile

Dante: — Yo no quiero bailar

— Pero hay que hacerlo, ya verás que te va a gustar

Dante: — Puede ser

— ¿Cómo a cuántas personas quieres invitar?

Dante: — A poca, solo a la necesaria

— Sí, eso había pensado. Bueno, tenemos tiempo para ir pensando en la boda
— dije y llegamos a casa, la cual habíamos comprado hace un año cuando nos comprometimos, puesto que los dos decidimos que ya era momento de empezar a formar una vida juntos viviendo en la misma casa.
A decir verdad, al principio de nuestra nueva vida viviendo bajo el mismo techo, a Dante y a mí, nos pareció un poco extraño, pero poco a poco nos fuimos acostumbrando a convivir en la misma casa hasta el día de hoy.
Los dos nos sentíamos bien, pero claro, eso no quiere decir que a veces fuera lo contrario, porque no en muchas ocasiones era todo de color rosa.

8:15 p.m.

Dante y yo entramos a la casa y yo fui directo a la cocina para tomar un poco de agua, asimismo, en eso que sacaba una botella de agua del refrigerador, en el lavaplatos, que estaba cerca, noté algo que me molestó.

— Dante

Dante: — ¿Qué?

— Amor... No lavaste los platos

El Jefe Me EspíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora