Capítulo 45: Llamadas

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ZOE

Dos días después.

Justo ayer renuncié a mi trabajo como bailarina.

Vanessa lo entendió, y pude dejar el trabajo sin problemas.

En parte, quería seguir haciéndolo, pero también era consciente de que mi vida estaba cambiando. Necesitaba explorar otros caminos, probar nuevas experiencias y perseguir objetivos distintos, como encontrar un empleo que me permitiera crecer tanto personal como profesionalmente. Y el único que me ofrecía esa oportunidad era el de asistente personal de Dante.

Aun así, no quería dejar el baile por completo. Ya no como un trabajo, pero sí como un hobby, algo que pudiera disfrutar sin presiones. Desde aquella vez, había redescubierto lo mucho que me gustaba, y por eso buscaría un lugar donde pudiera seguir haciéndolo simplemente por placer.

Dante: — ¿Entonces?

— Después hablamos

Colgué la llamada, me subí a mi auto y me dirigí a la empresa, pero sin decírselo a Dante.
Desde que Dante me encontró de nuevo, me había pedido que volviera a trabajar en la empresa como su asistente personal, un puesto en el que no estaba completamente segura de retomar por lo sucedido con Richard, pero después de comprender que Dante y yo teníamos un futuro juntos, no pude resistir la oportunidad. Quería estar con él, lo amaba, y la posibilidad de trabajar juntos de nuevo era algo que no podía dejar pasar. Así que solo esperaba que el asunto con Richard ya estuviera solucionado y que caminar por la empresa no se sintiera incómodo. No quería seguir soportando esas miradas que me juzgaban como una simple interesada, tal como Richard había dicho.

Unos minutos después, llegué a la empresa y sentí una oleada de emoción. Había extrañado ese lugar, caminar por esos pasillos, ver las oficinas y oler el aroma característico del lugar, una mezcla de papel, limpieza y un toque de flores.

Ximena: — ¿Zoe? ¿Qué haces aquí?

— He vuelto — respondí, y ella se tapó la boca con las manos.

Ximena: — Me alegra mucho verte aquí

— Digo lo mismo

Ximena: — El señor Grimaldi no me dijo que vendrías

— Yo tampoco se lo he dicho

Ximena: — ¿Entonces?

— Ya se lo diré, no te preocupes

Ximena: — ¿Y vienes para quedarte? Dime que sí

— Pues sí

Ximena: — ¡Qué alegría! — exclamó y se puso de pie, rodeó su escritorio y me dio un abrazo.

— Te eché de menos

Ximena: — Yo también

— ¿Y Marcus, cómo está?

Ximena: — Bien, los dos estamos bien

— Me alegro por ustedes

Ximena: — Gracias. Por cierto, menos mal que aquel asunto del chisme tuyo y del señor Grimaldi se resolvió

— Por suerte sí. Igualmente, hay que olvidarse de eso porque ya es el pasado

Ximena: — Sí, es cierto

— ¿Dante está en su oficina?

Ximena: — Sí, no sé si estará ocupado

— Vale, iré a hablar con él

Ximena: — Okay

— Después nos vemos — dije antes de dirigirme hacia el ascensor y subir hasta la quinta planta. A pesar de que ya había visto a Dante anteriormente, me sentía nerviosa, como si fuera la primera vez.

El Jefe Me EspíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora