Capítulo extra 8

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Día del parto.

DANTE

2:40 a.m.

Era la madrugada de un sábado.
Estábamos en el hospital y mi mujer estaba a punto de dar a luz.
Francamente, era un momento que, a pesar de haber practicado e imaginado un montón de veces cómo sería, no salió como esperaba, pues todo se fue a la mierda, y no, no me refiero al parto, sino conmigo.
Y es que yo ese día estaba más que nervioso, de hecho hasta me entraron mareos y casi me desmayaba, y eso que no era yo quien iba a parir.

— ¿Cómo vas?

Zoe: — Mejor no me hables — respondió casi llorando y preferí callarme, pues Zoe estaba con contracciones y ya llevaba un bien rato así, por lo que no estaba de humor ni siquiera para hablar, y a mí eso me hacía sentir mal, ya que, aunque quisiera ayudarla con las contracciones, no podía. Al menos con mi presencia ella estaba tranquila y sabía que tenía mi apoyo, pero como el procedimiento del parto lo tenía que sufrir ella, yo solamente estaba de espectador y verla aguantándose los dolores, me jodía.
Sí, era parte de la vida, era parte del parto, pero verlo desde otra perspectiva, desde la mía como hombre y de un futuro próximo siendo padre, me causaba demasiada impotencia.

3:08 a.m.

Había llegado la hora.
Fuimos a donde mi mujer daría a luz y al momento de cruzar la puerta de sala, me sentí raro, hasta me entraron escalofríos. No obstante, pude aguantar y quedarme ahí.
Pero, como todo en la vida tiene un pero, no fue hasta que el primer bebé empezó a nacer, cuando me volví a sentir raro. Quizás era el hecho de estar sintiendo un montón de emociones al mismo tiempo, por lo que pasó lo que no creí posible. Sí, perdí el conocimiento y caí desmayado.

Un par de minutos después…

A continuación, tras un tiempo de espera, el primer bebé había nacido y yo, ya me había recuperado después de caer al suelo. Por suerte, los doctores, a pesar de que se negaran a dejarme entrar otra vez por si me volvía a desmayar, accedieron a que yo estuviera con Zoe.

Dr.: — El segundo bebé viene de nalgas

— ¿Qué significa?

Dr.: — Lo que recomendaría sería hacer una cesárea para evitar complicaciones, ya no solo para el bebé, sino también la señora

— Está bien

Dr.: — Lo que necesitaríamos sería la aprobación de la señora, de lo contrario no podríamos hacerlo

Zoe: — Haga lo que tenga que hacer — dijo con la voz casi decaída.
Se le notaba superagotada.

— Ya falta poco, ¿sí?

Zoe: — Todo sea por los niños — mencionó, tomé su mano y le di un beso en la frente.
En ese momento, no era yo, no estaba pensando en nada, parecía estar en trance y era una extraña sensación, pero de lo único que me había dado cuenta en ese instante era de la gran mujer que era Zoe.
Estaba siendo muy fuerte, valiente, una guerrera… Y eso me hacía sentir afortunado porque era consciente de que había elegido a la mujer indicada. A la que en verdad amaba.

Unos minutos después.

El parto había finalizado.
Después del primer nacimiento, vino el segundo bebé, no obstante, no me podía reunir con Zoe, porque estaba fatigada y esperé a que se relajara. Se lo merecía.
De momento, yo estaba con los dos bebés, con Mattia y Stefano. Sí, así se llamarían a partir de ahora.
Zoe había escogido sus nombres en italiano, es más, ella quiso que los niños nacieran en Italia, justo como yo, en la misma ciudad de Milán.

El Jefe Me EspíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora