Capítulo 46: Cena romántica

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ZOE

Ahora sí, había vuelto a trabajar en la empresa y todo me iba genial, aunque era difícil, ya que como Dante pasó mucho tiempo sin asistente personal, todas sus citas las tenía desordenadas, es más, ni siquiera tenía una agenda. Todo era un caos, pero por suerte lo pude arreglar y pude volver a ordenar las fechas en las que tenía compromisos y ahora todo estaba en su lugar, como debía estar.

Asimismo, en eso que estaba anotando unas cosas en mi computadora, Dante abrió la puerta de mi oficina y en sus manos traía dos cajas, una más grande y la otra más pequeña.

— Hola — dije con una sonrisa y Dante también sonrió.

Dante: — Hola

— ¿Qué se te ofrece?

Dante: — Venía a darte esto — respondió y se acercó para darme la caja más grande.

— ¿Qué es? — pregunté y lo abrí con mucho entusiasmo.
— ¿¡Y esto!?

Dante: — Quiero que lo lleves esta noche. Iremos a un lugar a cenar

— Es muy hermoso — mencioné y de la caja saqué un vestido color crema.
— ¿Crees que me quede?

Dante: — Diría que sí. Yo me sé de memoria las medidas de tu cuerpo y creo que calculé bien para que te quedara

— Después me lo probaré, pero de momento ven

Me puse de pie y besé a Dante. Al acabar, le di un pequeño mordisco en el labio inferior y le hice sonreír.

Dante: — Espera, también tengo otro regalo

— ¿De qué se trata?

Dante: — Míralo — respondió, y de la otra caja pequeña saqué dos prendas de color negro, con muchas transparencias.

— ¿Es lencería?

Dante: — Sí

— Qué atrevido eres…

Dante: — Es que te ves divina con cosas de esas

— Pues me lo pondré

Dante: — Francamente preferiría que no anduvieras nada debajo, pero no me quejo

— No te apresures, después de la cena tendrás tu premio

Dante: — Ojalá fuera ahora mismo — dijo y me dio un beso.

— ¿A dónde iremos a cenar?

Dante: — Es una sorpresa, después lo sabrás

— Está bien

Dante: — A las siete paso por ti

— De acuerdo, gracias

7:15 p.m.

Ya íbamos de camino a un lugar que no conocía, solo Dante. En esa noche, tal y como había pedido Dante, me puse el vestido que me regaló por la mañana. Era hermoso, ideal para una cita nocturna y bueno, con respecto al otro regalo que me dio, al de la lencería, también me lo puse.

Dante y yo llegamos a un restaurante que era de gastronomía italiana, y ahí un mesero nos llevó hasta nuestra mesa.

— Me encanta cómo te ves con traje

Dante: — Pero siempre me ves así en la oficina

— Pero es diferente porque en la empresa llevas corbata y cuando estás fuera no

Dante: — ¿Y eso te gusta?

— Sí, porque tienes los tres primeros botones descubiertos y te veo el pecho. Me encanta verlo

El Jefe Me EspíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora