Capítulo 4: ¿Quieres apostar?

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Jueves, 7:34 a.m.

Ayer recibí el correo de mi jefe indicando el próximo trabajo que debía realizar. Entonces, procedí a revisar y replanificar su agenda. Durante este proceso, descubrí que tenía una reunión programada con Ashley para el próximo viernes. Así que decidí abordar el asunto de inmediato. Me levanté de mi silla y fui a su oficina.

— Señor Grimaldi — mencioné, notando su presencia detrás del escritorio, inmerso en su portátil.

Dante: — ¿Qué ocurre? — preguntó sin apartar la mirada de su pantalla.

— Observé que tiene una reunión con Ashley este viernes. ¿Debo dejarla agendada o prefiere cancelarla?

Dante: — Pues la cancelas y listo
— respondió al fin, levantando la vista y sus ojos recorrieron mi silueta antes de encontrarse con los míos.

— Está bien — admití, sintiendo los nervios causados por su acción.

Dante: — Ve a traerme el café. No me lo has traído todavía

Sin más preámbulos, me volteé para abandonar la oficina y, en el reflejo de las paredes de vidrio, noté que me observaba hasta que me fui, lo cual me resultó extraño, ya que nunca lo había hecho antes. Jamás me había observado de esa manera tan atenta.

1:44 p.m.

Mientras estaba concentrada trabajando en mi laptop, escuché tres golpes fuertes en la puerta. Me levanté para abrir y me encontré con Ashley, quien me miró de arriba abajo con disgusto mientras mascaba chicle.

Ashley: — ¿Dónde están mis cosas?

— Están en esas cajas — contesté, señalando las cajas de cartón en la esquina de la oficina.

Ella entró, apartándome, y tomó ambas cajas.

Ashley: — Me enteré de que eres la nueva asistente de Dante

— Sí, es cierto

Ashley: — Ajá

— ¿Ya encontraste trabajo?

Ashley: — ¿Qué te importa?

— Solo estaba curiosa

Ashley: — Sí, lo conseguí. Lejos de aquí, así que no tendré que volver a ver tu cara — dijo riendo mientras miraba las paredes y estanterías, donde había libros y pequeñas macetas.
— Qué gustos tan raros tienes

— Sal de mi oficina

Ashley: — Bff! “Mi oficina”, querrás decir

— No, tú ya no trabajas aquí, así que es mía. Ahora vete

Ashley: — ¿Por qué? ¿Me vas a echar?

— Pues sí — repliqué, cruzándome de brazos mientras ella reía.

Ashley: — No te atreverías

— ¿Quieres apostar?

Ashley: — Hazlo — desafió. Me acerqué a ella, abrí la puerta y la empujé fuera.

— Te lo advertí

Ashley: — ¡Qué estúpida eres! — exclamó con desprecio mientras me miraba. Cuando se dio la vuelta para marcharse, le hice una mueca de asco a su espalda.

Luego, de reojo, percibí a alguien de pie junto a la puerta de la oficina contigua, lo que solo podía significar una cosa. Abrí los ojos, sorprendida, y volví a dirigir la mirada hacia allí. El señor Grimaldi estaba de pie, apoyado en el marco de la puerta, con las manos en los bolsillos mientras miraba toda la escena.

El Jefe Me EspíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora