Capítulo 67

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R: Bueno Valentina ¿Pero que te pasa? ¿Te da pena decir que estás embarazada de un hijo mío?

V: ¿Es en serio lo que me estás preguntando?

R: Si, y si lo hago es por qué no entiendo tu actitud, esto es lo que al menos pensé que deseábamos los dos y por eso creía que estarías bien en compartir nuestra o al menos mi felicidad con los demás pero veo que no fue así, siento que te da pena decir que ese bebé es mío

V: ¿Te estás escuchando Rafael? ¡Es que no puedo creer que me estés reclamando esto!

R: Pues es que yo así lo siento, quizá si te viera más animada pensaría diferente

V: Sabes que, al rato hablamos

R: No, respóndeme lo que te pregunté

V: Te dije que hablamos al rato, mientras tú piensa en lo que me estás reclamando -dijo enojada- por favor ya vete

R: Es que yo quiero terminar de hablar ahora

V: Rafael estás casi gritando eso no es hablar, no me cabe en la cabeza tus reclamos, por favor vete ya de mi oficina

Rafael salió enojado de la oficina de ella y se dirigió a la suya, Valentina estaba enojada pero a la vez estaba sentida con él, ¿Cómo podía siquiera imaginar que a ella le daría pena decir que estaba embarazada de el? ¿No entendía lo difícil que estaba siendo para ella luchar contra todos sus miedo? Sabía que para el también podía ser difícil pero no entendía el por qué se sus reclamos parecía que no la conocía y eso le dolía más que cualquier cosa.

La mañana paso, el estuvo todo el rato en su oficina dándole vueltas a su situación, en realidad estaba seguro que ella no tenía pena de decir que el era su pareja pues siempre había hablado abiertamente de su relación sin embargo le molestaba su reacción de la mañana, ahora estaba más tranquilo así que se dirigió hacia la oficina de ella, antes de estar tocó la puerta

V: Adelante -el entro y vio que estaba revisando algunas cosas en la computadora pues llevaba los lentes que usaba para la computadora, le encantaba verla así-

R: ¿Podemos hablar?

V: ¿Que necesitas? Te mandé los focus ya firmados para que los mandes

R: Ya lo hice pero no quiero hablar de trabajo, si no de lo que pasó en la mañana

V: Lo mejor es que eso lo hagamos hasta en la noche en la casa, esto es nuestro espacio de trabajo, si no necesitas nada más nos vemos en la tarde

R: Vale por favor -el se acercó a ella y volteo si silla para que ella lo viera, después tomo sus manos- perdóname, se que no debí hablarte así mucho menos aquí pero entiendeme, verte así me desconcierta

V: ¿Y cuando me vas a entender a mi un poquito?, Rafael, entiendo que estás emocionado, que esto es algo que deseabas con tu vida y no por eso quiero decir que no siento lo mismo simplemente es distinto,

R: Es que eso es lo que no entiendo, tu misma me habías dicho que querías disfrutar esta etapa, dejar tus miedos y demás por eso me desconcierta tu actitud, no parece que lo que me dijiste es realidad

V: Es que no es fácil, yo que más desearía que poder vivir esto como tú, sentir todo esto sin miedo pero simplemente no puedo, yo ya se lo que es perder a un hijo y eso mismo es lo que me impide disfrutar, se que la situación no es la misma pero no dejo de pensar que eso me puede volver a pasar y eso me mataría Rafael -dijo casi a punto de llorar- yo no podría soportar de nuevo ese dolor y menos sabiendo que es algo que tú tanto deseas, lo único que yo quiero es asegurarme que todo esté bien y que ya no haya peligro, hasta ese momento yo no voy a poder estar tranquila, imagínate si algo pasa, no podría vivir ese duelo sabiendo que ese dolor yo te lo cause y además soportar las preguntas de todas las personas

Las dos caras de una sola mujer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora