Julio 9

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Aunque sus pecados sean como la escarlata, yo los haré tan blancos como la nieve.
Isaías 1:18 NTV

Hoy iniciamos la extracción de tesoros con uno de los profetas más grandes en el Antiguo Testamento: Isaías. Llamado a ser profeta en su juventud, este profeta decidió dedicar su vida plenamente al servicio de Dios en ocasión de la única visión que tuvo, la cual quedó registrada en el capítulo 6 de su libro. El estar de pie en visión frente al trono, le dio una vislumbre de la infinita santidad del carácter de Dios, lo que le llevó a una conversión más plena y a una respuesta más comprometida con el servicio profético durante su vida.

Casado y con dos hijos, Isaías profetizó durante los reinados de cuatro reyes (desde Uzías hasta Ezequías) y compartió el don de profecía con otros tres profetas: Con Oseas y Amos en el reino norteño de Israel y con Miqueas en el reino sureño de Judá.

Por lo que se puede extraer de su propio libro y otras referencias históricas, pocas dudas se tienen sobre que Isaías era un poeta elocuente, educado y muy culto; probablemente nacido en el seno de una familia ligada al trono y sirvió como el consejero político y religioso de la nación durante poco más de 60 años. Isaías intentó mantener a Judá firme y leal a Dios durante los años turbulentos e inciertos que vieron la disolución del reino del norte y su caída y a través de las reiteradas invasiones asirias a Judá en los años que siguieron. Sin temor reprendió los pecados del pueblo, aconsejó a los gobernantes a confiar en Dios en lugar de depender de alianzas extranjeras, previó la cautividad babilónica, y escribió en detalle con respecto a la gloriosa restauración que culminaría con la venida del Mesías y el establecimiento de un reino eterno. De hecho, la influencia de Isaías fue grandemente responsable de la reforma efectuada por el piadoso rey Ezequías, a quien animó y guio durante todo su reinado.

El libro de Isaías es increíble por su riqueza lingüística y su exquisito detalle narrativo

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El libro de Isaías es increíble por su riqueza lingüística y su exquisito detalle narrativo. El libro engrandece de una manera sobresaliente a Jehová como "el Santo de Israel", expresión que se le aplica un total de veinticinco veces. También señala con suma claridad al Mesías o Ungido de Jehová por medio de quien le vendría la salvación al pueblo de Dios.

Incluso el nombre Isaías, 'Yahweh salva', es sumamente apropiado para el tema de su libro: liberación. En su libro, primero Siria y luego Asiria presentan una amenaza para Judá, pero el profeta repetidas veces asegura al rey y al pueblo que confíen en que Dios los librará; pero incluso mirando más allá, el profeta informa de que aunque el pueblo de Dios tuviese que ir al cautiverio babilónico, siguiera confiando porque Él los libraría de eso también.
En este marco, el profeta hace una pausa y mira hacia Jesús, el Mesías, puesto que la liberación de enemigos externos en nada se podía comparar a la liberación del poder opresivo del pecado interior. Es así como el tema de la liberación alcanza su culminación con la venida del Mesías, el gran Libertador, que un día gobernaría en justicia sobre el trono de David y establecería a su pueblo en paz y seguridad interminables, porque Dios no duda en salvar a todo aquel que con humildad se acerca ante su trono. 

Tesoro de Isaías 1-4:
Dios Salva a quienes acuden a Él 

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