Junio 20

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El discurso ha terminado. Ya todo ha sido dicho. Honra a Dios y cumple sus mandamientos, porque eso es el todo del hombre.

Eclesiastés 12:13

Si bien actualmente no hay un consenso entre los eruditos sobre quién o cómo se escribieron las palabras finales del libro de Eclesiastés, ningún erudito duda ni por un instante que los consejos dados a la juventud en los dos capítulos finales, sean palabras llenas de sabiduría y elocuencia. Independientemente de quién lo haya escrito, parece un final adecuado: si todo es vanidad, Si el discurso ha terminado y todo lo que podía decirse sobre el tema ya ha sido dicho, entonces sólo queda una cosa por decir, ¡Teme a Dios y guarda sus mandamientos!

Salomón se esforzó por declarar en su último libro que sólo hay tres cosas que de verdad importan en este mundo lleno hasta lo sumo de ilusiones vanas: Primero; Disfruta el Hoy, sé feliz hoy, ama hoy, vive hoy, ayuda a los demás hoy. ¡El día en que puedes actuar para ser bendición o maldición es hoy! Mientras tengas fuerza, antes de que todo acabe y ya nada se pueda hacer, haz el bien que puedas para ser Feliz.

Segundo; Asegúrate el éxito, sé cuidadoso con el tiempo que Dios ha puesto a tu disposición y úsalo para crear grandes empresas, para ayudar a los demás, para acercar el reino de Dios, pero hazlo mientras aún tienes las fuerzas.



Y Tercero; Acuérdate de tu creador, Honra sus leyes, tenle respeto, ámalo con todo tu corazón

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Y Tercero; Acuérdate de tu creador, Honra sus leyes, tenle respeto, ámalo con todo tu corazón. Y para mí, las palabras del soneto al Cristo Crucificado, no podrían describir mejor este ideal:

"No me mueve, mi Dios, para quererte el cielo que me tienes prometido, ni me mueve el infierno tan temido para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte clavado en una cruz y escarnecido, muéveme ver tu cuerpo tan herido, muéveme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera, que aunque no hubiera cielo, yo te amara, y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera, pues aunque lo que espero no esperara, lo mismo que te quiero te quisiera."

El autor del epílogo a Eclesiastés sabía que para obtener la felicidad absoluta hay que tener a Dios en el corazón, él conocía que para lograr ser exitoso hay que confiar a Dios nuestros proyectos y por eso, sólo con la obediencia a sus mandatos se puede lograr salir de este mundo ilusorio, de este mundo lleno de vanidad y comenzar una vida plena, una vida donde el motor del accionar sea el amor hacia Dios, sea como dice el soneto: el amor con el cual él nos amó primero, porque no importa si has vivido peor que salomón, Jesús sigue con los brazos abiertos, esperándote, amándote.

Tesoro de Eclesiastés

La correcta perspectiva es la que da el amor de Dios

📖Tesoros en la Biblia [Editando durante el 2022]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora