[...] Apenas había golpeado el agua, cuando ésta se hizo a uno y otro lado, y Eliseo volvió a cruzar el río.
2° Reyes 2:14
Una de las historias más dramáticas del registro sagrado, evidentemente no podía terminar de otra manera: Antes de que Elías fuese llevado al cielo, visitó las escuelas de los profetas e instruyó a los alumnos en los puntos más importantes de su educación. Repitió entonces las lecciones que les había dado en visitas anteriores, e imprimió en la mente de los jóvenes la importancia de permitir que resaltara la sencillez en cada rasgo de su educación. Tan sólo en esa forma podían recibir el molde del cielo y salir a trabajar en los caminos del Señor.
El éxito del ministerio de Elías no se debió a ninguna cualidad inherente que poseyese, sino a su sumisión al Espíritu Santo, el cual se le dio como se lo dará a todos los que pongan en ejercicio una fe viviente en Dios. En su imperfección el hombre tiene el privilegio de unirse con Dios por medio de Jesucristo.
Después de la épica asunción de Elías hacia el Cielo, Eliseo quedó en el lugar de Elías. Él Fue llamado al puesto del más alto honor porque había sido fiel sobre unas pocas cosas. Desde luego, no es difícil pensar en que surgió en su mente la pregunta: "¿Estoy calificado para un puesto tal?". Muchos de los que Dios llama a su servicio hoy se hacen la misma pregunta, pero al igual que Eliseo, deben recordar que el requisito máximo para cualquiera que ocupe un puesto de confianza es obedecer fielmente la Palabra del Señor. Eliseo debía obedecer la Palabra del Señor en todo tiempo y en todo lugar. Eliseo había puesto la mano sobre un nuevo arado, y no iba a mirar hacia atrás. La Biblia revela que su duda pronto se disipó porque bien pronto, a las orillas del Jordán mostró su determinación y firme confianza en Dios.
El tesoro más grande que podemos sacar de la historia del día de hoy es que en ningún caso hemos de desviarnos de nuestra lealtad. Nuestro consejero debe ser la Palabra de Dios. Él elegirá únicamente a los que le presten una perfecta y completa obediencia. Los que siguen al Señor han de ser firmes y rectos en obedecer sus instrucciones. Cualquier desviación que los lleve a seguir ideas o planes humanos los descalifica para que sean dignos de confianza. Aun si tienen que caminar como lo hizo Enoc -sólo con Dios-, debemos aprender a separarnos en hábitos y costumbres de los que no obedecen al Señor, sólo así lograremos cruzar el río y debemos recordar que, como dice el himno: Después del río existe paz; Después del río habrá felicidad sin fin, ¡sí! Pues con Jesús he de morar.
Tesoro de 2° de Reyes 2-3
Hacer lo recto ante los ojos de Dios es obedecerle fielmente.
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📖Tesoros en la Biblia [Editando durante el 2022]
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