Enero 13

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ELIÚ II

"Te aseguro que no diré nada falso;  tienes delante a un sabio consumado."
Job 36:4

Eliú comenzó su última intervención con toda una declaración de intenciones: "«Déjame seguir, y te mostraré la verdad, ¡porque aún no he terminado de defender a Dios!" (Job 36:2)
Y fueron dos las ideas que desarrolló Eliú en el último de sus discursos:
Primero, expuso al sufrimiento como la llamada de Dios a la conversión del hombre y pasó luego a cantar la grandeza de Dios. Eliú dijo que los padecimientos son disciplinarios a los piadosos, con el fin de llevarlos a alcanzar hasta un valor moral superior, y la razón de la continuación de los mismos no es, como los amigos declaraban, a causa de la extraordinaria culpabilidad del atribulado, sino porque la disciplina aun no ha realizado su finalidad, a saber, de guiarlo a que se humille arrepentido delante de Dios y vaya que acertó acá. 

Si algo podemos aprender del discurso de Eliú, es que nunca debemos poner nuestra confianza en nosotros mismos cuando vamos a ayudar a personas a acercarse a Dios. No podemos confiar solamente en nuestra experiencia, nuestro conocimiento o nuestra forma de pensar. Necesitamos más bien depender de Dios en cada acción de servicio a Él y a su pueblo que hagamos, poniendo en sus manos cada uno de los tiempos y actividades que tendremos en el día donde necesitaremos defender a Dios o dar consuelo o impartir instrucción o simplemente escuchar a otro creyente.

Es que estamos tratando con un Dios infinito, y no tenemos todas las respuestas. Ése es el mismo problema que mucha gente encuentra hoy.

Cuando pasemos por períodos de pruebas y dificultades es extremadamente importante desde el inicio someternos a Dios en oración y aceptar las cosas que están pasando, pidiéndole en todo momento que nos ayude durante el proceso y que podamos alcanzar la meta que Él tiene para nuestra vida al permitirnos pasar por esas cosas.
Dios no ha prometido librarnos a cada segundo de las aflicciones, de las tragedias o de las crisis. Dios no ha prometido que nada malo nunca nos pasará. Lo que Él ha prometido es que si encomendamos nuestra causa, confiamos plenamente en su sabiduría superior y vivimos por fe "viendo al invisible", entonces Él, en su amor, nos librará del temor y nos dará PAZ.

Cuidemos de no echar a perder los planes de Dios con nuestra falta de dominio propio, hablar apresuradamente, con ira o con nuestras tendencias pecaminosas. Y es especialmente en los tiempos de prueba cuando debemos estar alertas de nosotros mismos.

Porque es para el más grande tiempo de Prueba que Dios necesita dignos representantes.

Tesoro de Job 35-37:
Representar a Dios es hablar con serenidad

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