Mayo 14

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¡Cuán bienaventurado es aquel cuya transgresión es perdonada, y cuyo pecado es cubierto! 

Salmos 32:1 (LBLA)

David, el líder nacional, el poderoso guerrero en batalla, el hombre conforme al corazón de Dios, el monarca que logró traer el arca de la alianza a la capital, había pecado.

Los autores bíblicos utilizan muy a menudo ciertas palabras para describir la condición humana y pese a que hoy se usan en tono de burla, con sarcasmo o con una actitud de apatía porque son palabras que parecen sacadas de un vocabulario antiguo, la realidad es que palabras como transgresión, iniquidad y pecado, describen a la sociedad de hoy día mejor de lo que se piensa.

Así que hablemos de esas palabras, hablemos sobre esa palabra que incluso a veces nos incomoda pronunciar: Pecado.
El significado original (para aquellos que quizá no lo saben) es literalmente: perder el objetivo. Cuando un arquero fallaba el blanco, se le decía que había pecado, cuando un viajero erraba el camino y se perdía, se decía que había pecado. Así que, dentro de esa perspectiva, cuando nosotros fallamos el objetivo de amar a Dios y a los demás, al no tratar a nuestro prójimo con la dignidad de "estar hecho a la imagen de Dios", pecamos también.

En los 10 mandamientos esta idea de fallar el blanco es bastante más explícita: los primeros 4 señalan maneras en las que podemos fallar en amar a Dios y los otros 6, señalan otras formas de fallar el objetivo de amar a nuestro semejantes.

El amar a Dios y al prójimo es una idea tan conectada en la Biblia, que incluso pecar contra el prójimo es pecar contra Dios y por poner un ejemplo: ¿Qué le dijo José a la esposa de Potifar? Él dijo "Cómo podría hacer yo este gran mal y pecar contra Dios".
Evidentemente, en la mente de José el fallarle a un ser humano hecho a la imagen de Dios, quebrando un mandamiento, era igual que fallarle a Dios.

De hecho, eso mismo fue lo que pasó con David

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De hecho, eso mismo fue lo que pasó con David. Él pecó contra Betsabé, contra Natán, contra Urías, contra Abner, contra sus hijos y por ende, contra Dios.
¿Y por qué? Porque Pecar no es sólo hacer cosas malas y ya, pecar no es simplemente causar daño directo y consciente al prójimo. Pecar también es engañarnos a nosotros mismos para crear ilusiones que intenten redefinir nuestras malas decisiones. El caso de David ilustra cómo es que el pecado puede llegar a estar enraizado en nuestro deseos y necesidades egoístas, que nos obligan a actuar en nuestro propio beneficio sin mirar al prójimo e inclusive a expensas de éste y eso conduce a una cadena de relaciones rotas.

Pero por suerte hay una salida. David supo cuál era esa y por ello, escribió estos salmos rogando por la misericordia divina, porque finalmente, como dice el versículo de hoy: ¿Habrá un ser humano más feliz y bendecido que aquel que ha sido perdonado por Dios y por los hombres? Quién sabe, quizá estos Salmos fueron la inspiración del hijo que Dios luego le dio a Betsabé para escribir: El que encubre sus pecados, no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta, ése alcanzará misericordia.

Tesoro de Salmos 32 y 51 y 86 y 122:

Adorar a Dios es reconocer nuestras faltas y pedir de su misericordia 

📖Tesoros en la Biblia [Editando durante el 2022]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora