Marzo 3

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Luego Moisés y Aarón reunieron a la gente delante de la roca, y Moisés les dijo: —Escuchen, rebeldes: ¿acaso tendremos que sacar agua de esta roca para darles de beber?—
Números 20:10

¿Perdiste alguna vez los modales en un arrebato de mal genio? A Moisés le sucedió. No fue en su juventud. El trágico error le ocurrió siendo ya anciano, por supuesto, no se trataba de una ancianidad decrépita como la que es común en nuestros días, puesto que hasta el momento de su muerte dice la Biblia que "sus ojos nunca se oscurecieron, ni perdió su vigor". Fue al final de aquellos 40 años vagando por el desierto con el pueblo de Israel, que Moisés cedió a la ira. Quizá por entonces sus energías mentales y físicas estaban algo disminuidas, estaba cansado ya del clamor cínico de un pueblo rebelde, que le estaba acusando a él por la falta de agua para beber. En su desesperación, se le terminó la paciencia y gritó lleno de ira: "¡Oíd ahora, rebeldes! ¿Haremos salir agua de esta peña para vosotros?"

En su acaloramiento golpeó por segunda vez la roca, destruyendo la exactitud del símbolo de la muerte de Cristo. Lo que Moisés virtualmente había hecho era enseñar que Cristo tenía que morir dos veces por los pecados del mundo, y encima, se atribuyó a sí mismo la gloria de hacer surgir agua de la roca.

Dios amaba a Moisés, Era su amigo, Pero el pecado público al perder la paciencia hizo imposible que introdujese a Israel en la tierra prometida. "Por cuanto no creíste en mí... por tanto, no entrarás ni Tú ni Aarón, con esta congregación en la tierra que les he dado"

 por tanto, no entrarás ni Tú ni Aarón, con esta congregación en la tierra que les he dado"

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La prueba de paciencia no es una exclusiva de los ancianos, abarca también a los jóvenes. Parece un acto de severidad de parte de Dios el sentenciar a muerte a Moisés debido al pecado en apariencia "inocente" de perder por un momento la paciencia. Pero lo sucedido a Moisés queda como una lección para sucesivas generaciones: Poco importa lo alto que hayamos podido estar en el favor de Dios, el pecado de la impaciencia es grave. Ahora bien, la raíz de su pecado no fue simplemente el enojo; El problema, en palabras del Señor, fue la incredulidad.

Dios había perdonado al pueblo transgresiones mayores, es cierto, pero no puede tratar el pecado de los caudillos como el de los acaudillados. El Todopoderoso Había honrado a Moisés por sobre todos los hombres de la tierra. Le había revelado su gloria, y por su intermedio había comunicado sus estatutos a Israel. El hecho de que Moisés había gozado de grandes luces y conocimientos, agravaba tanto más su pecado. La fidelidad de tiempos pasados no expiará una sola mala acción. Cuanto mayores sean las luces y los privilegios otorgados al hombre, tanto mayor será su responsabilidad, tanto más graves sus fracasos y faltas, y tanto mayor su castigo.

Todos los que profesan la vida piadosa tienen la más sagrada obligación de guardar su espíritu y de dominarse ante las mayores provocaciones. Las cargas impuestas a Moisés eran muy grandes; pocos hombres fueron jamás probados tan severamente como lo fue él; sin embargo, ello no excusó su pecado, porque con cada prueba Dios ha prometido que estará ahí para ayudarnos, si lo pedimos.

Tesoro de Números 18-20:
Lealtad a Dios es pedir su ayuda en cada prueba

📖Tesoros en la Biblia [Editando durante el 2022]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora