•Capítulo 22•

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CONFIANZA• 2/2

DAREL

—Necesito que firmes estos documentos. —dice Laurel entrando a mi oficina, pero se arrepiente una vez su mirada posa en Ryan.

—Buenas noches. —dice sin míralo, miro a Ryan que la mira con anheló, creó que Lau ya se cansó.

—Buenas noches. —responde mi amigo.

—¿De que son esos documentos? —le pregunto y me hecha una mirada de reproche.

—Sabes de que es. —dice gruñendo, yo le sonrió.

—Espera aquí voy a buscar el permiso que está en el auto.

—Puedo ir por el. —dice rápidamente.

—No te preocupes, no tardo espérame aquí. —salgo de la oficina, ojalá y Ryan aproveche esta oportunidad.

Después de encontrar lo que busco, aprovechó para llamar a Ada, —mi fiera de ojos avellanas— después de invitarla a pasar el día de mañana conmigo cuelgo, lo cierto es que somos muy diferentes pero congeniamos como cosa rara.

Cuando regreso a mi oficina el ambiente está muy tenso, Laurel sale diciendo que luego volverá por el permiso Ryan intenta seguirla pero se lo impido.

—¿Que le dijiste? —pregunto, conociendo a mi amigo se que eligió mal las palabras.

—Nada, estábamos hablando tranquilamente, hasta que le dije que deberíamos hablar como buenos amigos que somos.

—¿Es que eres estúpido o que mierda? —le pregunto con ganas de darle un madrazo. —Le gustas Ryan estas tan concentrado en pensar en lo que pasó con Joshua que no te das cuenta de que le gustas. —digo un poco fuerte, se que no debí decirle nada, pero los dos son tan estúpidos que no darían el paso obviamente.

—¿Que? —dice asombrado, yo ruedo los ojos.

Se levanta como un loco para ir hablar con Laurel, pero ella desde el momento que salió de mí oficina se que ya no se encuentra en el club.

Después de escuchar las maldiciones de Ryan, lo dejo en el club, hablo con Gustavo para que se encargue de que llegue bien al apartamento. Voy directo a la casa de mi madre donde están Bruno y Santiago, amigos íntimos míos y de la familia, a pasado un año desde la última vez que fui a Australia y los ví.

Son como primos que nunca tuve, cuando papá vino a vivir a Londres, el abuelo los encontró viviendo en la calle y en mal estado, sólo tenían 10 años el abuelo decidió darle techo, comida y educación, se que ven al abuelo como su abuelo también pero eso nunca me a molestado, les tengo mucho aprecio y cariño a los dos.

—Pequeño mocoso. —dice Santiago cuando entro a la sala de la casa. —A que has crecido.

—No soy un niño idiota. —digo y se ríen, nos abrazamos con entusiasmo para después dirigirnos a la oficina de papá. —¿Como han estado?.

—Nosotros bien. —responde Bruno el castaño, a diferencia su hermano que es pelinegro aunque ambos tienen los ojos marrones. —¿Donde dejaste a los muchachos?.

—Tenían cosas que hacer. —digo con simpleza. —Pero que los trae por aquí.

—Necesitábamos un respiro de tanto trabajo. —habla Santiago— Venimos a  pasar unos días aquí.

—Bienvenidos entonces. —sonrió— Espero y no sólo se dediquen a follar como descanso.

—El puto es Bruno y tiene novia.

—¿Que tiene que?. —río y Santiago carcajea. —Quien logro amarrar al señor amargado.

—No te pases tampoco. —es lo que me dice.

Corazón de Cristal #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora