•Capítulo 54•

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Advertencia: el siguiente capítulo puede ser sensible para algunos lectores, les pido discreción.

Parte ||

TYLER

Sus gritos se han convertido en el impulsor de mi entretenimiento, sus súplicas y puedo asegurar que ya no se trata de hacerle daño a Darel, torturar a la pequeña tonta a despertado algo en mi. Algo que creía haber muerto.

Desde el momento en que planee traerla conmigo sabia que no obtendría ninguna información referente a los Brown, pero saber que es tan importante para él me impulsó a hacerle daño. Tanto que el no pueda reconocerla cuando se la envíe muerta.

Sigo observándola atravez de las cámaras que puse en el sótano por este mismo motivo, no puedo negar que Lissa a sido terca, casi imposible de romper, pero al final todos tenemos nuestro límite ¿no?

—¿Que saben? —pregunto cuando descuelga.

—Están muy cerca de saber tu identidad. —responde uno de mis infiltrados— Tienen una hacker que es muy buena en lo que hace.

—Mantenla vigilada. —ordeno

—Jefe, que hago para que no sepan que está detrás de todo.

—Nada. —hablo sin apartar la vista de mi pequeño experimento— Que descubran mi identidad es parte del plan.

Me levanto tras colgar, viendo que me he pasado de tiempo, tomo el maletín y sonrio mientras voy tras mi presa.

Este lugar está en medio de la nada, así que es imposible que encuentren su paradero y aunque lo hagan ya será demasiado tarde para entonces.

Mis pasos son controlados, como este plan, destruir a Darel nunca sería tan dulce como hacerle daño por medio de la persona que más ama.

Cuando abro la pesada puerta del sótano me encargo de hacerlo chistar, Lissa tiembla cuando entro al cuarto y por un momento pienso en liberarla.

Pero como dije, por un momento.

Esta venganza no será suficiente si no llego hasta el final.

—Traje un nuevo juguete para ti. —mi voz es más ronca que las veces anteriores y no me pasa desapercibido la forma en la que protege su vientre.

Pensándolo bien lo hace casi por instinto. Será que aquí tenemos no solo la mujer si no el bastardo del pequeño Bronw.

Esta posible información podría ser el comienzo de una nueva era.

La arrastro por el pelo sin importarme sus estupidos lloriqueos, vuelvo a colgarla de las cadenas y una vez más admiro mi obra de arte.

—Sabes, es una pena que la pintora aquí seas tú. —me burlo. —Si pudiera pintarte las marcas de tu espalda me tomarían más tiempo.

Me río cuando trata de aparentar indiferencia.

—Eres un monstruo. —susurra con frialdad.

—Peores cosas me han dicho pequeña. —me jactó— No te a contando tu amiga como la complacía en la cama.

Por primera vez desde que la traje, muestra algo más que suplica y miedo, terror, su rostro es una bonita muestra de como le aterra pensar en eso.

—Crees que debería hacer lo mismo con tu pequeño cuerpo. —digo avanzando hacia ella cuán depredador.— Al fin mi venganza seria más dulce, cuando le diga a tu novio como me dejaste probar tu cuerpo— tiembla cuando acaricio su piel, mi rostro está a centímetros de su boca pero juego con sus emociones soplando aire justo en su cuello, su piel se eriza y sonrio. —lástima que no me gusten castañas.

Corazón de Cristal #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora