EN TI (2/2)

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Como habían acordado la experta en danza y su aprendiz, después de que la gran mayoría se marchase del edificio, ambas se quedarían para practicar la coreografía que Lisa junto a su compañero habían creado para Jennie.

La rubia se quedó esperando a que la otra llegase. Miró por enésima vez su reloj, los cinco minutos que se estaba retrasando le quitaban la paciencia gota a gota, y es que, aún si su alumna era sumamente especial, no aceptaba la impuntualidad en el trabajo.

De pronto, unos toques en la puerta la despistaron, se levantó a abrir a la chica que venía con las manos ocupadas con bolsas de la cafetería. Su ropa le sacó una carcajada.

—Punto uno, ¿por qué llegas seis minutos tarde?

—Lo siento, estaba tan metida en el estudio que ni me he percatado de la hora. Sé que odias las demoras, perdón, no volverá a ocurrir —se disculpó la mayor.

—Está bien, punto dos: ¿Adónde vas con esa comida? Te aseguro que nos moveremos bastante, no creo que comer tanto te haga bien.

—Si algo he aprendido de Rosie es que no se puede trabajar bien con el estómago vacío —bromeó—. No me mires así, es que no he comido en todo el día porque hasta eso se me ha escapado, así que pasé por la cafetería antes de que cerrasen para coger lo último que quedaba y también te he traído un poco, seguro que llevas muchas horas sin comer. ¿Me equivoco, señorita Manoban?

Esos detalles minúsculos en su hablar eran capaces de despertar sensaciones tan indescriptibles en el cuerpo de Lisa, que sin pensarlo aceptó los aperitivos que le brindó esta.

—De acuerdo, como tengo que enseñarte el vídeo de la coreografía y explicártela, aprovecharemos para tener un receso antes de ponernos manos a la obra, ¿estamos?

—¡Señora, sí señora! —bromeó la castaña llevándose un golpe en el hombro. Se sentaron en uno de los banquitos, mientras Jennie desempacaba su aperitivo observaba como Lisa abría un archivo de vídeo en el reproductor. Regresó a sentarse a su lado con un mando, y parecía que estaba por darle al Play, pero no se resistió más a estallar en risas al ver otra vez la vestimenta de la contraria.

—¿De qué te ríes tanto? ¿Tengo monos en la cara o qué?

—Perdón, es que... No puedo... ¿Se puede saber de qué vas vestida?

—De bailarina, ¿no vais así vestidos? —dijo señalándose la gorra.

—No, con un pantalón cómodo de hacer deporte y una camiseta corta cualquiera ya bastaba. Parece que vas al circo. Veamos, para empezar quítate la sudadera y la camiseta larga, te asarás de calor, y fuera también esos tejanos o te moverás menos que un palo —Buscó en su mochila, dándole su propia muda de recambio. Sin timidez alguna, vio cómo esta se cambiaba, y con menos vergüenza aún, más bien la otra disfrutaba hacerlo frente a ella mientras la observaba con lujo de detalles—. ¿Mejor ahora?

—La verdad es que sí, mucho mejor. Perfecto, déjame ver qué tienes para mí.

Se sentó nuevamente para ver el vídeo en la gran pantalla, y ni siquiera fue capaz de probar bocado debido a la impresión.

—Hemos creado algo bastante sencillo para que puedas hacerlo, pero a su vez, el hecho de ser dos personas le suma esa sensualidad de la que te hablé. ¿Qué te parece? ¿Te ves bailando esta coreografía?

—Me parece súper sexy, y eso me encanta, lo único que me preocupa es tu definición de sencillo —Gesticuló comillas—. De todos modos ten paciencia conmigo, sabes que no se me da bien esto.

Lisa asintió—: por supuesto, no te preocupes. ¿Alguna observación más que desees añadir?

—Sí. Uno: he sentido un poco de celos al verte hacer todo esto con tu compi. Dos: además de la técnica, me costará mantener la concentración, así que no te asustes si de pronto notas algo cuando bailemos tan pegadas —Rio más bien en modo de pánico.

Última RimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora