ATERRIZAJES FORZOSOS

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—Entonces... ¿quieres que vaya a verte bailar en esas dos funciones de la preparatoria? —preguntó Jennie, acariciándole a la menor el dorso de la mano con el pulgar mientras su otra mano se mantenía al volante, a pocos minutos de dejarla en su casa bajo el atardecer que las acechaba.

—No me has entendido bien, te he dicho que el día veintinueve sólo hacen allí unos espectáculos, a los que, puede ir cualquier persona que quiera. Normalmente se celebra en nuestra escuela, o bien, en la de... nuestra competencia —dijo, haciendo comillas—, este año toca en la nuestra, así que te estaba invitando a que fuéramos un ratito y viéramos las actividades que hacen... están bastante bien. El evento en el que mi club de danza sí participa es sólo para los alumnos y sus familiares, y será poco después del regreso de estas vacaciones...

—Bueno... está bien... ¿a qué hora es?

—A las seis, dura un par de horas.

—Bien, entonces después podríamos ir a cenar a algún lugar que te guste, ¿qué me dices? —Compartió fugazmente su sonrisa con la otra, volviendo a mirar al frente.

—Me parece genial...

—Por cierto, ¿suele ir mucha gente?

—El salón de actos parece que va a estallar, van bastantes personas de la escuela y también van muchísimas de afuera, así que, sí... —respondió, viendo como la otra aparcaba, prácticamente, frente a su casa.

—Vale... pues el día veintinueve la pasaré a buscar a las cinco y media para poder encontrar un buen asiento para mí, y, sobre todo para usted, mi señorita presidenta... —Lisa asintió contagiándose de su sonrisa socarrona—. Hasta entonces estamos en contacto, ¿de acuerdo?

—De acuerdo. En fin... adiós —Se iba a bajar cuando la otra la interrumpió.

—¿Cómo que adiós? ¿Así piensas despedirte de mí? —insinuó burlonamente.

—¿Cómo quieres que me despida de ti? —preguntó, Lisa, encogiéndose de hombros. Acató el ademán que le hizo la mayor, aproximándose sin timidez al suave anillo que se posó sobre su mejilla, acariciándola gentilmente.

—Anoche casi me deshidrato debido a tanto llanto, eso por culpa de cierta rubia curiosa, ¿qué tal si me tratas con un poco más de cariño y te despides con... un besito? Así me puedo recomponer un poco... —contestó, descaradamente tierna.

—Ya... ¿con un besito? Por favor, Jennie, ya me conozco tus presuntos besitos... —Bufó—. Y por cierto, eres una mentirosa, yo sí te trato cariñosamente...

—No es verdad, a cada rato me dices cosas feas... y aun así, yo siempre te trato bien...

—¡¿Lo estás diciendo en broma, no?! Pero si siempre me estás molestando, y cuando no es el caso, empiezas a insinuarte sin vergüenza alguna para hacerme lo que te da la gana... que te jodan, Jennie —No dejaban de achicar los ojos, con las carcajadas de sus discusiones.

—Bueno, puede que tengas un poco de razón, pero lo que te hago te encanta, y no me niegues que no te diviertes cuando te molesto... sin embargo, tú no quieres darme el reconocimiento de nada más que las cosas malas de mí... en conclusión, no me tratas con cariño... eres mala y fría conmigo...

—No es verdad... —Bajó la voz, rozando los labios de la castaña—. Ya no me comporto así contigo...

—Bueno, entonces demuéstramelo ahora... —susurró, compartiendo ambas respiraciones.

—¿Cómo? —preguntó la rubia, sobreponiendo la frialdad de su mano a la que estaba sobre la repentina y rojiza calidez de su mejilla.

—Bésame cariñosamente... regálame un poco de la dulzura de tus labios... —No le hizo falta esperar una mayor contesta de la que se inclinó lentamente, iniciando el beso en el que se perdió Jennie, embelesada, hipnotizada ante la ternura en que la sumergió el afecto con que la acarició la mano que aterrizó también en su mejilla. Finalizaron melosamente su beso, mirándose con una silenciosa suavidad que sacó a relucir ambas sonrisitas.

Última RimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora