A FLOR DE PIEL (1/2)

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—¡Maldita hija de puta! ¡Malnacida! —chilló alterado, estrellando su vaso contra la pared y sobresaltando a Bobby, que fue el único que se quedó con él después de que echara al resto de sus amistades de su cabaña.

—Hermano, relájate...

—¡No! Primero me quitó a mi chica, después me quitó popularidad, y ahora... Ahora me ha humillado delante de todo el mundo, por partida doble. Y la otra puta es tan zorra que también se ha subido a cantar en el puto escenario, para acabar de devastarme, ¡frente a todos! Kim... No, esas dos perras me lo han quitado todo... ¡Todo!

—Esa cara... ¿Qué vas a hacer?

—Por ahora no puedo hacer nada, pero... Esto no se va a quedar así, voy a devolvérselas todas las que me han hecho, por partida triple. ¡Lo juro! Acabaré con las dos, las voy a destruir, aunque sea lo último que haga —Lo miró, desesperado—. Y tú me vas a ayudar... ¿Verdad?

—Colega, sabes que siempre te soy leal, pero ahora no deberías pensar en caliente. Se la devolveremos, te lo prometo, pero debes estar con la mente clara, ¿entiendes?

—Lo sé, pero es que... Ahora mismo tengo ganas de ir a su cabaña y matarla con mis propias manos. ¡La odio! ¡Maldito sea el día en que pisó mi territorio! Debo admitir que... La he subestimado, y eso me ha costado, pero... —Suspiró, sentándose de nuevo—. Esta vez atacaré y, cuando lo haga, será para terminar con ellas de una vez por todas, iré con todo, lo haré... Lo haré... —juró, mirando a la nada para maquinar lo más macabro que se le pasara en la mente, en esos instantes.




Los días repletos de diversión y más diversión pasaron a toda velocidad, tanto era así, que cada quién estaba rumiando en qué actividad repetir durante su último día en ese lugar, pues, tras pasar la última noche, todos los visitantes juveniles partirían de vuelta a casa.



Frente a al tablón en que habían colgadas las hojas de actividades con aforo limitado, a las que, podía inscribirse cualquiera independientemente del grupo en que se hallara, estaban Lisa y Jennie, debatidas al no ponerse de acuerdo.

—Pero, no lo entiendo, ¿para qué quieres subir de nuevo la montaña? Encima, esa la hacen por la noche. ¿Qué haces? No nos apuntes, ¡dame eso! —espetó, irritada, arrebatándole el boli de la mano.

—Porque me apetece te dije, fue muy divertido —respondió Lisa, harta de discutir lo mismo.

—No, divertido te parecería a ti, para mi fue horrible, acabé reventada del cansancio, y ese no es mi plan para el último día.

—Pues no queda nada más a lo que apuntarse.

—Sí, queda tiro al arco... —sus palabras se vieron interrumpidas por los dos muchachos que, sin dudarlo, se apuntaron en la hoja, ocupando las dos últimas casillas libres que quedaban.

—¿Qué decías?

—No te vas a salir con la tuya, recuerda que también podemos cogernos el día para ir por libre, no es obligatorio hacer ninguna actividad —soltó, encogiéndose de hombros.

—Está bien, nos tomamos el día libre, y por la noche, subimos la montaña, las vistas de noche deben ser más hermosas que de día. ¿Acaso no te sentiste bien cuando llegamos a la cima?

—Sí, pero...

—Además, de monitores van Hyo-Jong y Hyuna.

—¿Y eso que tiene que ver?

Última RimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora