¡NO TOQUES DONDE NO TOCA!

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Un fuerte empujón condujo a Jennie de vuelta a la cama de la rubia, esta, abalanzándose sobre ella para seguirla desvistiendo. Habilidosamente la de abajo la sentó a horcajadas sobre ella, acercándola a ella para volver a atraparte aquellos labios gruesos que no la dejaban descansar.

Un par de apretones en cada muslo provocaron que Lisa se separara, respirando para recuperar la falta de aire. Sin previo aviso, comenzó a probar el cuerpo de la mayor a través de sonoros chasquidos en dirección descendente. En el trayecto, se percató del flamante tatuaje de la que estaba abajo. Se miraron un par de segundos.

—¿Todavía sigues pensando que exagero, verdad? —Lisa asintió—. Está bien, ¿por qué no pruebas a darle unos cariñitos y lo compruebas por ti misma? —Lisa no pudo resistirse a atacar esa zona después de ver como la otra se mordía el labio sensualmente.

Besó, lamió, succionó y mordisqueó ese llamativo tatuaje bajo los ásperos gruñidos y sucios parloteos que soltaba sin parar la castaña, disfrutando de cada reacción de esta. La misma mano de la que se encontraba tortuosamente desesperada, la obligó a detenerse, Lisa ensanchando los ojos al ver como ambas manos se dirigieron con ansias hacia el cinturón, desabrochándolo junto a los pantalones con suma dificultad, dejando apreciar aquella erección bajo su ropa interior oscura.

—¿Te has quedado muda de sopetón? —dijo, llamando la atención de la rubia. Jennie se puso de pie frente a ella, que quedó sentada en el borde de la cama. Le agarró la mano—. No, no estás alucinando, es real —La posó sobre la tela negra—. Vamos, tócalo... al fin y al cabo esto lo has provocado tú. Así que por ahora te pertenece, eso significa que te encargarás tú solita de que vuelva a su sitio... —terminó de decir con la voz tomada por la excitación que la estaba consumiendo al notar como la que estaba sentada, tragó en seco mientras movía su mano sobre el bulto cada vez con más confianza hasta que se decidió a retirarle el bóxer.

—¿Por qué lo miras tanto, hace falta que te diga lo que sigue ahora? —Se mordió el labio con fuerza, agarrando con brusquedad el cabello de la rubia y echando la cabeza hacia atrás acompañada de un enronquecido quejido al sentir aquellos labios rojizamente hinchados engullirla por completo.

Cerró la puerta de su casa, quitándose los zapatos en la entrada.

—Ya he llegado —avisó, adentrándose a su casa. Su madre la recibió.

—Hola, hija. ¿Por fin hablaste con Jackson? Me dijo que quería charlar contigo, parece que quería arreglar algún altercado entre ustedes —Lisa asintió, recordando como este esperó a que saliera de su clase de baile, invitándola a dejarla hasta su casa en su coche, disculpándose durante todo el trayecto y pidiéndole que no se acercara a la prima de su mejor amiga sin darle ninguna explicación, mas, ella decidió no tocar el tema, asintiendo a todo lo que este decía. Realmente no quería que pensar en la simple existencia de ese sujeto que la atormentaba por las noches. No cabe más mencionar que esa misma mañana se despertó húmeda al soñar que estaba sobre la castaña mientras esta la tocaba sin piedad, todo le pareció tan real...

—Sí, ya está todo arreglado, no te preocupes, mamá —sonrió, sacándose esa sonrisa con desdén del rostro en cuanto se dio la vuelta yendo a su habitación bajo los avisos de la mujer, diciéndole que pronto estaría la cena.

Una sonrisa se apoderó de ella cuando vio a su mascota esperándola justo en el último escalón.

—Hola, Tiger, ¿hoy me echaste mucho de menos? —Lo cargó en brazos, haciendo malabares para abrir la puerta de su habitación.

Lo dejó en el suelo, el gato corriendo como de costumbre hacia su cama, maullando de manera extraña.

—Un momento, ya voy —Terminó de dejar la mochila en el suelo y su chaqueta en el colgador, adentrándose a su cuarto para quedar de piedra al ver a su gato sobre la oscura figura sobre su cama que juraba era un simple producto extremo de su imaginación. Caminó lentamente hasta su cama, viendo como su gato la miraba con la cabeza ladeada, confuso al igual que la dueña.

Última RimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora