ALIENTOS EMPAÑADOS

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Tarde, pero seguro. Feliz cumple  Llm_01

... 

Otra calada inundó sus pulmones de aquel alucinante humo que abrazaba la unión entre sus cuerpos, relajados en los asientos de atrás. Tapadas con una pequeña mantita que Jennie tenía en el maletero, Lisa se hallaba reposada en el pecho de la mayor esperando a que esta dejara de inhalar para pasarle el canuto. Durante un rato no hablaron nada, solamente volvieron a vestirse mínimamente y se tumbaron con intenciones de seguir fumando, definitivamente se sentían en las nubes con la sensación tan embriagante de placer que traían consigo después de dejarse fluir en ese coche. La menor de ambas estaba gratamente sorprendida, pues con su ex nunca hubiera pensado siquiera en hacer algo así, sin embargo, con esa castaña bajo ella que la abrazaba cálidamente nada parecía loco, cualquier acción que antes le resultaba desmesurada se convertía en algo totalmente normal cuando era Jennie su compañera de travesuras.

Terminando el último cigarro, quedaron suspirando apaciguadamente mientras su efecto empezaba a disiparse y el humo del coche también lo hacía, lentamente.

—Oye, Lisa... ¿tú como reaccionarías si te enteraras que tienes un hijo, de repente? —preguntó Jennie, de sopetón.

—Bueno, creo que sería difícil no enterarme de que tengo un hijo, pero... no lo sé, supongo que estaría muy sorprendida, pero me lo tomaría bien, ¿por qué lo dices? ¿Sigues pensando en esa niña del parque, Ella?

—Sí... sinceramente, no sé qué pensar, puede que sea todo coincidencia pero encajan tantas cosas que me da hasta miedo. ¿Qué pasa si esa niña es mi hija de verdad?

—Creo que te estás preocupando por cosas sin sentido, esa niña está a punto de cumplir cinco años, y tú vas a los diecinueve... ¿cómo ibas a tenerla con catorce? —contestó Lisa.

—Justamente hasta eso encaja. No es posible que su madre se llame igual que... que la mujer del hospital y que tenga hasta la misma profesión...

—No entiendo, ¿a qué edad empezaste con esa tal Somi? —Jennie tragó en seco, respirando profundamente.

—Trece.

Lisa levantó la cabeza, las dos mirándose unos instantes antes de volver a su pecho.

—¿Y ya...?

—Sí, ya sabía lo que era acostarme con alguien, y esa mujer que me sorprendió en el hospital, Somi... ella fue mi primer amor, la primera en muchas cosas a decir verdad... —Se tomó unos instantes antes de seguir—. Mira Lisa, mi infancia...

—Park me contó acerca de ti, ya sé que no tuviste una infancia fácil... —interrumpió—. Pero por lo menos tenías personas a tu alrededor que te amaban de verdad

—Cierto. Maldito chivato, será... —suspiró—. En fin, verás: ella iba a la misma clase de mi hermano y Park, se hicieron amigos así que empecé a verla muy a menudo. Con ella conecté más que con ninguna otra amistad del grupo. Sentía que podía hablar de todo, lo malo, lo bueno, mis tristezas, mis alegrías... no importaba el qué, ella siempre me escuchaba, me limpiaba las lágrimas y me fascinaba con sus sonrisas. Realmente desde que la vi, despertó cosas en mí que no eran normales, pasé años viéndola día sí y día también, y estuve mucho tiempo enamorada de ella en secreto. No fue nada sencillo, a veces veía como otros chicos se liaban con ella, o la hacían llorar, y al final ella siempre terminaba frente a mí compartiéndome sus penas, y sin preguntar nada, me quedaba siendo su pañuelo de lágrimas. Sentía tanto por ella que me bastaba ser solo eso para escuchar su voz y sentir sus abrazos, aunque ella nunca se fijara en mí de otro modo, desde mi punto de vista, claro...

Última RimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora