A FLOR DE PIEL (2/2)

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Tomando una bocanada de aire, y maleta en mano, Lisa abrió la puerta de su casa. Se adentró al salón, allí estaba su hermana acurrucada en el sofá viendo algo en la televisión a lo que, dejó de prestarle atención cuando se percató de la presencia de Lisa, recibiéndola con una sonrisa de oreja a oreja.

—Esto sonará estúpido viniendo de mí, pero te he extrañado, enserio. ¡Mamá, Lisa ya ha llegado! —gritó, alertando a la mayor que bajó las escaleras a los pocos segundos, finalizando una llamada con una sonrisa de lo más coqueta.

—Ah, por fin ha llegado mi pequeña... —dijo, abrazándola.

—¿A qué viene eso? Ya no soy pequeña, mamá —se quejó, con una mueca de desacuerdo.

—No le digas eso a tu madre, para mí, vosotras dos siempre seréis mis pequeñas por muy mayores que os hagáis... —añadió, sumando a Freya al abrazo.

—Mamá, no sé qué bicho te ha picado, pero últimamente estás muy rara —soltó la pequeña de las rubias—. Aunque, debo admitir que me agradas más así... —añadió, reforzando el abrazo.

—Por cierto, ¿dónde está papá? Hoy es sábado, debería estar aquí... —indagó Lisa. Alice y Freya se miraron unos instantes.

Su madre le agarró la mano, sentándose las tres en el sofá.

—Verás, estos días que has estado fuera, tu padre y yo hemos tenido un par de discusiones algo fuertes, así que, no lo veremos por aquí... Durante un tiempo. Creo que ya va siendo hora de que sea totalmente honesta con vosotras —Resopló—. Nuestra situación no está muy bien que digamos, los sentimientos entre nosotros han menguado. Él ha encontrado a otra persona, yo también, y... En fin, probablemente nos divorciemos —Las miró a ambas, sujetando sus manos firmemente—. Sé que esto puede ser algo difícil para todos, pero, pase lo que pase, lo superaremos entre las tres, ¿de acuerdo? —Las dos menores asintieron—. Además, quiero pasar más tiempo con vosotras, por eso, he decidido tomarme un año sabático, ¿qué os parece? —propuso, alegremente ilusionada.

—¿Lo dices enserio? —cuestionó Freya. Alice asintió enérgicamente.

—Esa es una muy buena noticia, mamá —soltaron las dos, al unísono.

—Lo sé. Por cierto... ¿Dónde está Jennie? Pensé que volveríais juntas.

—Sí, claro que volvimos juntas, pero como ambas estábamos cansadas por el camino de vuelta y llegamos de la estación hasta aquí en autobús, yo bajé y ella continuó hasta su casa —explicó.

—Ya veo.

—Lis, ¿cómo la pasaron? Cuéntanos todo —pidió, su hermana pequeña.

Tal y como pidió, Lisa explicó todas y cada una de las actividades que disfrutó junto a sus amistades. Su madre y su hermana encantadas con todas esas anécdotas.

—Cierto, ¿cómo resultó la sorpresa? ¿A Jennie le agradó? —preguntó Alice, expectante.

Lisa demoró en responder, recordando primero esos momentos inolvidables junto a la castaña.



[Flashback]

Tras sucumbir a los encantos de Lisa, vivió a través del espejo como le arrebataba un orgasmo montándola apasionadamente. Disfrutó una vez más de observarla retirando el exceso de su néctar más íntimo con ayuda de la lengua.

Buscando recuperarse del esfuerzo físico, Lisa se tumbó de espaldas sobre el torso inquieto de Jennie, que respiraba aceleradamente, igual que ella. Estiró el brazo hasta la mesita de noche y alcanzó las pequeñas llaves de las esposas, liberando de una vez por todas las traviesas manos que no dudaron en acariciarla mientras atacaba sus puntos más sensibles, con habilidosos besos mientras balbuceaba ese nombre de cuatro letras entre suspiros.

Última RimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora