MAR DE EMBUSTES

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El familiar sonido de las puertas del autobús terminó de indicar que estaban al llegar a esa preparatoria que esperaba a todos esos alumnos a primera hora. Lisa y Jisoo caminaron un par de minutos desde la parada del bus, encontrándose con Nayeon casi a la entrada. En cuanto las saludó a ambas, quedó intrigada con el rostro de la rubia, que no dejaba de sonreír tímidamente con un brillo en sus ojos que no había visto casi nunca.

—Jisoo... ¿qué le pasa a Lis? —preguntó, sin evitar contagiarse de la repentina felicidad que portaba esta.

—No lo sé, llevo preguntándoselo e intentando averiguarlo por mí misma desde que nos hemos subido al bus, pero no lo descubro aun —dijo, encogiéndose de hombros.

—Lis, ¿qué te pasa? —preguntó de nuevo.

—¿Qué me pasa si se puede saber? Yo me noto igual que siempre... —respondió, probando a disimular sus evidentes sonrisitas. Llegaron a las taquillas, la cuestionada intentándose esconder de esas dos detectives mientras escogía sus libros.

—Te ves más alegre e ilusionada de lo común, normalmente sueles ser más... desaliñada, estirada... —Se tapó la boca al ver como la otra se giró, esperando a que la reprendiera. Sin embargo, más sorprendida quedó al ver que esa sonrisa no desapareció de aquel rostro ni un segundo, cerrando la taquilla.

—Vaya... pues me gusta que se me vea así de alegre. Gracias, chicas, ¿vamos? —Las dos amigas se miraron confusas para, finalmente, asentir y emprender camino a su salón.

Entrando la primera, Lisa ni se centró en las miradas de Momo y su piquete, que bajaron sus venenosos murmullos en cuanto esas tres entraron.

Unas suaves y conocidas manitas taparon juguetonamente sus ojos, haciéndola sonreír automáticamente junto a las risitas que acariciaban melosamente sus oídos desde sus espaldas. Jisoo y Nayeon se las quedaron mirando, entendiendo de una vez la actitud de su amiga, eso sin contar con las demás miradas que estaban también pendientes a la castaña que entró imprevistamente a ese salón aun medio vació.

—Buenos días, ¿sabes quién soy? —preguntó Jennie, lanzándole un guiño a las dos compañeras que miraban a la rubia, enternecidamente.

—No tengo ni idea, la verdad. ¿Me darías alguna pista?

—Está bien, te daré una pista... —Las carcajadas de Lisa se tornaron algo más nerviosas, cesando finalmente al sentir la respiración de la mayor tras su oreja, extasiándola exquisitamente—. Soy el amor de tu vida... mi hermosa reina —susurró aquellas simples palabras en un tono tan bajito, tan íntimo y tremendamente cariñoso que procuró que, solo las escucharan el sonrojo de esas mejillas que todas las miradas, la mayoría molestas, vieron abultadas debido a la sonrisa de oreja a oreja que lució Lisa, sus sentidos derretidos ante esa silueta igual de risueña tras ella—. ¿Te haces una idea ya?

—Creo que sí, si eres tan amable destápame los ojos, Jennie —En cuanto notó sus ojos menos pesados, los abrió, girando la cabeza para ver agachada, tras el respaldo de su silla, a la mencionada dándole una vez más los buenos días.

—Esto, Jen, ¿qué haces aquí? ¿Desde cuándo te cuelas en este salón a visitar a Lis? —preguntó pícaramente su prima, llamando momentáneamente la atención de esas obsidianas que estaban perdidas en la dulzura de los otros, miel.

—Pues vengo exclusivamente a visitarla desde que es mi novia —Las miradas impresionadas de Jisoo y Nayeon, junto a la alta y clara declaración de la castaña, hicieron que el rostro de Lisa se pusiera al rojo vivo, abriéndole exageradamente los ojos a Jennie—. ¿Qué pasa, no os había contado nada?

—No, qué calladito te lo tenías, Lis... por eso estabas tan rara, ¿no?

—Y-yo no... es decir, e-es que yo no...

Última RimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora