RESPIRO

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—¡Dios mío, no me lo puedo creer! ¿Enserio te besaste, durante un maldito minuto, con una chica? ¡¿Tú, Lalisa Manoban?! Por favor, que alguien me lance un dardo tranquilizante porque no quepo en la silla —dijo la vicepresidenta, la emoción saliéndose por los poros. Lisa rodó los ojos.

—Ya te dije que no fue por voluntad mía, ya conoces ese juego... no sé porque te emocionas tanto, Jisoo —cada vez que lo recordaba... no le gustaba la sensación de pensar involuntariamente en esos ojos provocadores mirarla de esa forma.

—Ya... ¿sabes por qué me emociono? —prosiguió—. Primero, porque por fin has probado otra cosa que al imbécil ese, que... no me mires así. Deja de engañarte ya, él no te valora, y tú realmente tampoco lo aprecias tanto como quieres aparentar...

—¿Puedes dejar de decir esas cosas? Por el amor de Jesucristo, dame un respiro. Siempre estás con lo mismo, no sabes de lo que estás hablando —la otra rodó los ojos.

—Bueno... ya que a la señorita no le gusta que le cuenten su realidad, dime ¿cómo te sentiste al besar a una chica? ¿Y quién era, la conozco? —El sonrojo de la rubia le sacó una sonrisita pícara—. ¡No me digas! ¿Te gustó? —Lisa le tapó la boca de golpe, recibiendo la mirada de los alumnos que iban entrando al aula.

—¿Puedes bajar la voz? —gruñó, en voz baja—. Y no... no me gustó, no sentí nada. Fue un beso, c-como cualquier otro. Respecto a la persona... Era una alumna nueva que más desagradable no podía ser. Cada vez que me la encuentro y me mira y sonríe de esa forma tan... tan... —no encontraba la palabra precisa.

—¿Te pone...?

—¡¿Qué?! No, para nada... solo que es molesta, el sábado fue la segunda vez que me crucé con ella, y Dios, no entiendo cómo lo hace pero siempre me saca del paso. Es una maleducada... y encima tiene una pinta de delincuente que no puede con ella. De hecho todavía me pregunto que hace en un centro como este —Frunció el ceño al ver como la miraba la otra—. ¿Qué me ves?

—No lo sé, estás extraña... ¿estás segura que no te gustó el beso... o incluso la chica? Normalmente cuando reflexionas tanto acerca de algo es porque te ha producido cierto interés. Y sea de la manera que sea, es justamente lo que estás haciendo ahora...

—Oye, ¿pero a ti que mosca te ha picado, te estás divirtiendo atormentándome de esa manera o qué te pasa?

—No lo sé... si te afecta es cosa tuya. Mira... como lectora experimentada de historias de romance que soy, te puedo asegurar que, por lo poco que me has contado... este es el primer síntoma del típico romance odioso: la negación. Es ese proceso en el que uno o ambos protagonistas intentan autoconvencerse de que, la otra persona no les gusta, que no lo quieren ver ni en pintura, básicamente lo que estás haciendo ahora mismo, Lis.

—Tonterías, lo que tú lees es ficción, esto es la realidad, y la realidad es que estoy perfectamente bien con mi novio. Lo amo, él me ama y —Jisoo la miró, cruzándose de brazos—. Para ya de hacer eso, demonios, parece que entre tú y mi hermana queréis boicotearme mi relación... además, ni siquiera me atraen las chicas... menos una tan idiota como ella...

La pelinegra comenzó a reír bajo la seriedad de la otra.

—¿Lo ves? Ya lo estás haciendo otra vez, esto es tremendo... Te voy a decir más. Ahora yo cojo el rol de la típica amiga pesada que te crea esa pequeña puerta de las dudas, que cada vez se irá agrandando hasta el punto en que te des cuenta que... ¡tchán, tchán, tchán...! Te gustó —Realmente estaba disfrutando de las muecas de molestia de su mejor amiga.

La voz de la profesora de matemáticas provocó el silencio en la sala. Por primera vez, Lisa agradeció que empezara lo antes posible una clase.

Última RimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora