LIBRE

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Frente a la casa de las Manoban, dos chicas casi idénticas esperaban a que les abrieran la puerta. Y es que, tras la llamada de Lisa, no lo pensaron dos veces para ir a visitar a los recién llegados de vacaciones.

La misma Alice se dejó ver tras la puerta, abrazándolas con gran afecto.

—Ella, cielo, ¿cómo has crecido tanto en un par de meses? Ya casi le pasas a tu mami —decía Alice atravesando el pasillo hacia el salón.

—Sí eso dicen... ¿Qué tal el viaje abuela Alice?

—Maravilloso, vengo totalmente renovada. Y me hacía falta porque estos meses tengo la agenda súper apretada, pero no me estresa tanto porque vengo en modo relax total.

—Lleva todo el día así —dijo Lisa. Abrazó a Ella, le dio a Jennie un corto beso a modo de saludo.

El suspiro que soltó Alice llamó la atención de todas, viendo su cara de alegría inconfundible. Se quedaron todas en silencio unos segundos hasta que la misma rompió el hielo—: me da tanta felicidad veros juntas de nuevo. Fíjate que ya ni eres un sargento enfadado todo el día con cara de limón agrio, hija.

El resto se echaron a reír excepto la que se quejó—: ¡mamá!

—¿Qué? Se tenía que decir y se ha dicho.

—Tú, mami, no te rías tanto, que hasta hace poco parecías un alma en pena —se burló Ella esta vez, borrándole la sonrisa del rostro a Jennie.

—Por graciosa ahora estás castigada —refunfuñó Jennie.

—Ya mami, no seas vengativa, era sólo una broma.

—¡Les traje regalos a ustedes también! —Subió las escaleras y regresó a los pocos segundos. A Ella le dio una bolsa con distintas golosinas. Y a Jennie le entregó dos botellas sin etiqueta.

—Muchas gracias. Esto... ¿Qué bebida es?

—Es un licor muy rico, un poco dulce y afrodisíaco... —Se le acercó al oído—. Esto te pone más caliente que una estufa, sino pregúntale a JB, que se trajo cuatro de estas.

—¿Qué estás tramando, mamá? —preguntó Lisa.

—Nada importante. ¿Por qué no vamos a comer a algún sitio rico?

—¡Sí! —dijo la más pequeña.


Los postres trajeron más temas de conversación a la mesa del restaurante en que estaban las cuatro.

—¿Me pareció oír mal? ¿Dijiste algo de visitar a Jackson?

—No escuchaste mal, de hecho Jennie y yo iremos pasado mañana.

Alice miró a la otra implicada, incrédula. Jennie dijo—: lo sé, yo también le dije que me parecía una locura, pero está empecinada en ir, así que no me queda de otra que apoyarla.

—Hija, ten cuidado, no sabes lo que puedes llegar a ver en él, una disculpa es lo último que deberías esperar por su parte. Es difícil que la gente como él cambien a mejor, normalmente sucede todo lo contrario.

—Eun Young me aconsejó que fuera allí sin expectativas, y que me preparara mentalmente para toparme cualquier cosa. Soy fuerte mamá, podré con ello, no te preocupes.

—Sé lo fuerte que eres, hija. Está bien.





Despertó más tranquila de lo habitual, pero desde que salió de su casa para recoger a Jennie, solo pensar en que ya iba al volante de camino a la prisión ya estaba sacando sus nervios a la luz. Una eternidad pareció durar la hora de trayecto hasta que llegaron al enorme recinto lleno de rejas y puertas de barrotes por todos lados. Al entrar al centro y pasar el control de seguridad, mostraron sus documentaciones, esperando en la cola de gente que también entraba de visita. A la hora en punto, las puertas se abrieron y los guardias iban acompañándolos al largo pasillo repleto de cubículos donde esperaba cada recluso a sus visitantes. Iban caminando intentando identificarlo, pero no dieron con él hasta llegar a los últimos.

Última RimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora