Vamos al Ministerio

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Capítulo 31: Vamos al Ministerio

Harry cerró los ojos. Estaba cansado después de pasar una tarde y una noche investigando formas de derrotar a los dragones con Connor, una pesadilla, y luego una sesión de explicación sobre la pesadilla con Draco, pero pensó que todavía podía manejar esto. De hecho, pensó que su agotamiento probablemente contribuiría a su éxito.

Expelliarmus —susurró en voz alta, y gesticuló con una mano.

Su varita, que había puesto en la mano de una figura de madera en el otro lado de la habitación, se alejó volando con gran rapidez y vigor. Harry sintió una sonrisa tirando de las comisuras de su boca, y estaba demasiado cansado para resistirse a formarla.

Sí. Perfecto. Mi magia sin varita realmente funciona mejor cuando la confino en mi cuerpo que cuando la dejo extenderse a mí alrededor. Y si no está flotando a mí alrededor golpeando las paredes como alas y plagando a todos, eso hará la vida más fácil para otras personas también.

Se acercó para recuperar su varita, tarareando por lo bajo. Sin embargo, se congeló cuando oyó crujir la puerta detrás de él. Por lo que sabía, nadie más se había dado cuenta de que estaba allí, en una pequeña habitación en las mazmorras donde Snape solía llevarlo a practicar hechizos de duelo mientras los estudiantes tenían detenciones en sus oficinas.

Harry se volvió con fluidez, agarrando su varita, y parpadeó cuando vio a Dumbledore de pie en la puerta. Se levantó, pero no dijo nada. No tenía idea de por qué el Director lo estaba buscado, y últimamente, cuando iniciaba enfrentamientos, de todos modos, siempre parecía salir peor de ellos. Mantuvo sus ojos en la cara de Dumbledore y esperó.

—Harry, mi niño —Dumbledore asintió con la cabeza como si nada hubiera cambiado nunca. Harry quería estar enojado y decirle que sí pasó, sí cambió, pero él sólo inclinó la cabeza hacia atrás—. ¿Listo para nuestro viaje al Ministerio esta mañana, espero? —Dumbledore continuó, mirando con interés las paredes de la sala de las mazmorras, como si ofrecieran algo más que piedra con manchas húmedas y marcadas irregularmente por sombras parpadeantes de las antorchas.

—¿Qué viaje al Ministerio? —Harry se movió un pie detrás de él. Estaba preparado ahora, listo para lanzarse en varias direcciones—. Sé que hoy es el juicio de Fudge, pero pensé que usted iba a votar por la no confianza.

—Lo haré, Harry, lo haré —Dumbledore le dio una fugaz sonrisa—. Estoy satisfecho de que hayas mantenido tu parte de nuestro trato. Lily me ha enseñado tu carta.

Harry ató su magia, que quería explotar fuera de su cuerpo en varias docenas de direcciones diferentes, y asintió.

—Pero se requiere que vengas conmigo —dijo Dumbledore, con un pequeño suspiro y un batir de la mano—. Una de esas fatigadas formalidades que requieren que los involucrados traigan la moción antes de que el Wizengamot esté presente cuando se debata.

—Pero yo no fui quien sugirió la moción —argumentó Harry.

—No, pero según Amelia Bones, fuiste una gran parte de la razón por la que decidió sugerir la votación.

Harry se sonrojó. Podía sentir la mirada suave de Dumbledore sobre él, y eso era suficientemente malo. No quería que la gente en el tribunal lo señalara, y susurrara que ese era el chico que había provocado que Fudge fuera llevado a juicio.

Libertad sin paz (Sacrificios 04)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora