Abre para mí

1K 152 38
                                    

Capítulo 24: Abre para mí

Minerva cerró los ojos e inclinó la cabeza. Era la única debilidad que se permitiría a sí misma, estos cinco minutos sola en su oficina, antes de tener que pararse y bajar a ver a los estudiantes en el Gran Comedor un sábado por la mañana a fines de octubre.

Los días de la semana y los nombres de los meses le habían importado mucho últimamente. Oh, ella había enseñado los planes de las lecciones correctas en los días correctos y sabía cuándo comenzó la escuela. Tenía que darse ese crédito. No había estado tan distraída que no pudiera concentrarse.

Pero las cosas habían estado desordenadas desde que tres Gryffindor sangrepura de séptimo año, acudieron a ella y confesaron que sus familias estaban siendo "reclutadas" por Fenrir Greyback.

Minerva se apartó los cabellos cansadamente de los ojos y se levantó. Los cinco minutos casi se habían ido. Ahora podía darse el lujo de relajarse, en cierto sentido, porque los amigos de sus alumnos habían acudido a ella esa mañana con la noticia de que cada uno de ellos había desaparecido de su cama. Habían llevado las notas clavadas en sus almohadas, cada una dirigida a ella.

Todas eran iguales.

Lo siento.

Falló—no logró convencerlos de que se quedaran, no los convenció de llevar a sus familias al santuario de Hogwarts, no los convenció de no retirarse y de "mantenerse neutrales". Voldemort había masacrado a las familias sangrepura neutrales en la última guerra. Era un camino que sólo los conduciría a la oscuridad al final.

Ella les había dicho eso y parecieron considerarlo. Minerva había estado segura de que los estaba devolviendo a todos lentamente hacia la Luz, para una consideración más allá de lo que podría pasarles a sus familias en la próxima luna llena después de su primer gesto abierto de desafío.

Y ahora se habían ido, y ella había fallado.

Minerva negó con la cabeza y salió de su oficina, sus pasos enérgicos. Sí, había fallado, tal como lo había hecho todos esos años atrás cuando Sirius Black intentó matar a Severus. Y ella lidiaría con eso ahora como lo hizo entonces: vendando la herida y continuando. No había nada más que hacer. Cuando se reproducía la música, ella debía bailar la danza que señalaba, no la que tocaba en su cabeza.

Ya le había contado a Albus sobre su fracaso, antes de ir a su oficina a llorar en privado. Él suspiró, le dio unas palmaditas en la cabeza y murmuró algo de que no era su culpa.

Minerva no creía eso. Ella era su Jefe de Casa, y sin embargo no pudo despertarlos lo suficiente de la ciega bruma del miedo para que vieran la realidad

Sin embargo, aunque podía culparse a sí misma y apenarse, no veía la necesidad de meditar en ello por mucho tiempo. Ella enfrentaría las consecuencias, y una de ellas estaba apretando su reloj sobre los estudiantes que le quedaban. Si uno de ellos estaba en problemas, tenía la intención de notarlo antes de que llegara al punto en que huirían de casa en repentina cobardía.

Se detuvo cuando escuchó pasos enérgicos que entraban por la puerta principal de Hogwarts. Eran demasiado ligeros para ser de Hagrid o Sprout, y no había nadie más que tuviera motivos para estar afuera tan temprano. Minerva podía sentir la tentación de arquearse como lo haría cuando era una gata.

¿Se atreven a venir a Hogwarts?

Ella sacó su varita y dio un paso alrededor de la última vuelta de la escalera, sosteniéndola para que fuera claramente visible ante ella. Cualquier amigo merecía tener la advertencia, y cualquier enemigo recibiría un hechizo completo en la cara.

Libertad sin paz (Sacrificios 04)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora