Libertad sin paz (Sacrificios 04)

Interludio: Un canto elevado

Interludio: Un canto elevado

1 de junio de 1995

Querido Potter:

¡Hola! ¿Cómo estás? ¿Has tenido algún sueño con pasteles de arándanos últimamente? Mi señor me sigue despertando cuando estoy a punto de llegar al mío, por lo que debo confesar que el sabor de los arándanos es algo que mi boca ha pasado por alto, casi tanto como el sabor de la sangre.

Pero eso no es de lo que quiero hablar contigo. Estoy bastante seguro de que no te importan los Mortífagos que extrañan los arándanos. Puede que te importe la sangre, y espero que algún día pruebes un Crucio con tu varita y veas si el sabor que me pones en la boca es diferente del que crean mi Señor y Nuestra Señora del Dolor.

No, te escribo para contarte tres cosas. Todas son importantes, por lo que quizás deberías prestar mucha atención. Por otro lado, quizás estoy cruzando mis ojos hacia ti en el otro lado del pergamino. Después de todo, no puedes estar seguro, ¿verdad? A menudo me siento con las cartas que recibo e intento imaginar las expresiones en las caras de quienes me las enviaron. Nunca estoy seguro si estoy en lo correcto.

Primero, lo que has logrado hasta ahora es bastante impresionante. Alto, siempre más alto, de la tierra te lanzas como nube de fuego; por el azul revuelas y cantando, te ciernes y, cerniéndote, cantas(1). Así cantó el poeta cuyo corazón no se quemaría, el que para cuando tenía diecinueve años ya había comenzado a cantar sobre la revolución, y que murió cuando no tenía el doble de su edad, ahogado en el agua. Logros impresionantes para alguien tan joven, y tu propio corazón es una cosa que se eleva y canta a estas alturas, me imagino. Debería ser. El verano está muy cerca, el verano de tu alma.

Enséñame la mitad de la alegría que tu cerebro debe saber. Desearía que pudieras. Haría mi propia locura más armoniosa.

En segundo lugar, todavía debes mirar el sol, siempre. Por otro lado, quizás deberías mirar la luna. ¿O eran las estrellas? Me temo que siempre mezclo estas cosas. Las advertencias temibles no son mi fuerte. Por otro lado, soy bastante bueno causando dolor y jugando juegos.

Todo es un juego, Potter. Nunca olvides eso.

En tercer lugar, deseo extenderte una invitación. El momento no es importante; Nombraré el momento en alguna carta futura. Pero el lugar es muy importante para mí. Deseo encontrarte en esa playa en Northumberland donde danzamos juntos por primera vez.

Dime que estarás allí. ¿Quizás traigas arándanos? ¿O sangre? Cualquiera será bueno.

En el juego,

Evan Rosier.

_____________________

(1)Estrofa del poema "A una alondra" de Percy Shelley.