Introducción.

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—¡Gio! ¡Vuelve aquí ahora! —su padre le gritó

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—¡Gio! ¡Vuelve aquí ahora! —su padre le gritó.

Gio sonrió abriendo la puerta, volteó los ojos y metiendo sus manos en sus bolsillos siguió caminando por el pasillo siendo seguido por su asustadizo guardián.

—Señor... —titubeó—... por favor escuché al rey. —Gio lo miró de reojo y no detuvo su paso, su guardián respiró profundamente apretó sus manos entre si.

Los gritos de su padre ya ni siquiera los escuchaba, era una voz tan irritante, fastidiosa y tenía un leve chillido cada vez que terminaba una palabra, era asquerosa. Su estómago rugió del hambre incesante que tenía, ya habían pasado varios días en los aue no le permitía comer, aunque él tenía unos secretos que él no conocía.

Caminó pausadamente hasta llegar a la cocina abriendo la puerta de forma brusca alertando a todos los que estaban dentro.

—¡Buenos días!

—¡Buenos días, príncipe! —le dijeron al unísono.

Miró a uno en específico, el chico guardián no dejó de trabajar y deshizo momentáneamente la seguridad de su mente, Gio le sonrió.

Recorrió la cocina hasta conseguirse una cesta llena de pequeños panes, y se fue.

—Su padre estará molesto. —le dijo. Gio se comió otro panecillo sin prestarle mucha atención.

—Relájate un poco, ¿vale? Te dará un ataque. No iremos al palacio, iremos a la casa de Gratt.

—Sabe que me pone bastante nervioso las cosas que hace.

—Él me castiga a mi, no a ti. No se cuál es tu miedo.

—Creo que debería dejar de hacer cosas que pongan peligro su bienestar, señor. El señor Gratt se lo a dicho varias veces.

Gio no le respondió, Gratt había estado bastante extraño últimamente, sus visitas a la aldea de habían vuelto habituales y aún no le decía la razón. Su guardián seguía con la mirada baja, nervioso, sentía que seguirle ocultando cosas no estaba bien.

—¿Que me ocultas? —dijo sin mirarlo.

—Nada señor. No es nada importante.

...

Gratt que estaba muy tranquilo en su casa ordenando todos los libros en la estantería se consiguió con el libro favorito de su madre, la puerta de su casa se abrió bruscamente sacándolo de sus peligrosos pensamientos, Gio, él era una de las razones por las que debía seguir.

Gratt no hizo nada y siguió con lo que hacía hasta que escuchó esos pasos llegar hasta él.

—¿Volviste a pelear con papá?

El Oscuro Brillo de la Luna. [TRILOGÍA DE ÁNGELES Y DEMONIOS] IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora