Días después.
25 de febrero de XXXX.
Era el cumpleaños de Gio ese día, otro año más, pero ese día era diferente. En la segunda cabaña del bosque, Gio le colocó su abrigo a Kin que mantenía la mirada baja, se notaba que estaba bastante triste.
—¿Podemos no ir? —le dijo de repente tocando su pecho, Gio sonrió y negó con la cabeza.
—Debo asumir el destino de mi vida, Kin. —tomó su rostro entre sus manos y dejó un delicado beso sobre sus labios—. Ya lo hablamos... —Kin tomó una de sus manos y la miró mientras contenía sus ganas de llorar.
—Podríamos irnos... —le susurró—. Los tres... Lejos de aquí...
—No pienso arriesgarlos a ustedes. —le dijo en el mismo tono—. Quédate tranquilo, confía en Gratt, tu posición y ese niño te darán buen estatus. Vivirás bien.
—¡No me interesa vivir bien si no vas a estar! —le gritó histérico—. ¡Te quiero a ti, no a ese niño!
—Será lo único que te quedará de mi...
—Pero yo te quiero a ti... —cerró los ojos dejando salir las lágrimas y Gio lo abrazó.
—Lo se... —se separó de él y le sonrió, fue a la cama y miró por última vez a su cachorro.
Realmente no tenía claro que era lo que pasaba justo ese día, solo sabía que iba a morir... Su destino estaba contemplado así... Después de todo... Así debía morir...
Su pequeño cachorro mordió su dedo y sus ojos se llenaron de lágrimas repitiendo esas palabras en su mente.
«Confía en mí, Gio... No dejaré que nada malo te pase.»
Dulces palabras que salieron de la boca de Gratt el día que le había puesto nombre. Confiaba en que Gratt cuidaría y protegería a su hijo de la misma forma en la que lo cuido a él.
Se despidió una última vez de Kin y se fue de la cabaña.
Se alejó con el corazón haciéndose pedazos escuchando como el sonido del llanto de la persona que más había amado en toda su vida se iba desvaneciendo lentamente a medida que caminaba.
No sé arrepentía de nada en su vida, ni de cómo había vivido, ni de sus decisiones, ni de su ser amado, ni de haber tenido a su hijo. Si volviera a nacer tomaría los mismos caminos para llegar a la misma conclusión una y otra vez solamente para poder recordar esa tranquilidad y esa felicidad que Gratt siempre le proporcionó.
Levantó la vista al cielo justo al salir el bosque, una brisa suave llegó a su rostro moviendo su cabello haciéndolo suspirar.
Quizás las cosas hubieran sido diferentes si su padre no fuera su verdugo.
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El Oscuro Brillo de la Luna. [TRILOGÍA DE ÁNGELES Y DEMONIOS] II
Fantastik"Lentamente... Intensamente..." Todas esas emociones desconocidas llegan juntas de golpe a un mismo cuerpo deteniendolo de cualquier tipo de movimiento... "Sangrientamente... Interminablemente..." ¿De eso se trataba la vida? ¿De forma constante se s...