El Oscuro Brillo de la Luna. [TRILOGÍA DE ÁNGELES Y DEMONIOS] II

Capítulo 8: Moustro.

Gio levantó la cabeza del suelo al despertar repentinamente por un extraño ruido en su casa. Se levantó del suelo dándose cuenta que se había quedado dormido por lo menos unas cinco horas, recogió todo el desorden que había y al abrir la puerta de su habitación se consiguió a su guardián durmiendo tranquilamente en el cómodo sofá que había en la sala.

—Oye... —el guardián guardián abrió los ojos en ese instante poniéndose de pie rápidamente aún manteniéndose medio adormilado—. Ya es bastante tarde... Tenemos que regresar.

—Si señor...

...

Una semana después...

Ese día cuando amaneció Manly reunió a sus tres hijos en su oficina. Mikan llegó con Grayson y Chase, vió con desprecio como su padre hacia con Grayson lo mismo que con Gratt, haber sido recesivos los hacia una simple máquina para intentar procrear.

Esa era la vida de un jodido recesivo y se arrepentía de no haber hecho lo suficiente para que Chase fuera un dominante.

Quizás si Chase fuese dominante tuviera más privilegios.

Gratt bajó su mirada cuando escuchó esos pensamientos de Mikan, y no pudo evitar sentirse mal. Tampoco podía sentirse orgulloso de ser dominante, tenía muchas más responsabilidades y más peso sobre sus hombros. Y estaba seguro de que si Chase fuera dominate su vida sería mucho peor.

Definitivamente ninguno era lo suficiente.

El último en llegar fue Gio, quien entró en la oficina bostezando.

—Como siempre tarde Gio. —dijo su padre junto con un suspiró de molestia mientras tocaba su frente sin dejar de mirar unos documentos que habían esparcidos en el escritorio—. El traspaso de la corona se atrasará más años de lo planeado. Es muy simple todas las cosas que están pasando... —Mikan y Gratt intercambiaron miradas algo extrañados—. Yo he tomado está decisión porque Mikan aún no este preparado para ser rey, y necesito que entienda todo para dejarlo a cargo de sus hijos... —Mikan sintió un escalofrío lleno de furia cuando vió a su padre mirar de reojo con algo asco a sus hijos—. Gratt aún no está interesado en tener hijos, y Gio no creo que quiera hacer algo así.

Gio soltó una risita.

—Las cosas en el reino han estado muy tensas últimamente, la única región que se mantiene en silencio son los herreros. —Manly respiró profundo—. Ya les dije lo que quería, pueden irse... —Gratt vió como los ojos de su padre se oscurecían—. Gio... —él nombrado detuvo su paso al escuchar su nombre—, tú quédate.

Gio volteó los ojos, giró sobre sus talones y volvió en sus pasos hasta quedar frente al escritorio de su padre. Gratt antes de cerrar la puerta de la oficina vió a Manly colocar esa mirada fría.

Y la puerta se cerró.

...

—¿Que pasa padre? —dijo junto con un suspiro de fastidio.