El Oscuro Brillo de la Luna. [TRILOGÍA DE ÁNGELES Y DEMONIOS] II

Capítulo 31: Inevitable.

No tenía idea de cuál era la razón del mundo o de su propia existencia.

Cerró el libro que tenía en las manos y suspiró.

La existencia de la familia real residía en la conexión que había entre el mundo humano y el mundo oscuro, de igual forma las cosas ya estaban bastante mal entre ellos como para ponerse a preocuparse por los inicios de su propio mundo.

En su interior vivía un espíritu de las profundidades sometido bajó los ideales del espíritu de las dimensiones. Podía controlar los ataques de violencia que venían del segundo espíritu invasor porque su cuerpo lograba tolerarlo. De todas maneras esa había sido la razón por la cual habían traspasado el poder total de las dimensiones a él.

Levantó la mirada.

Wiler entró en su oficina con la cabeza baja, Manly giró la silla y lo miró, el guardián se arrodilló en el suelo.

—Discúlpeme señor... —le dijo, Manly cruzó sus piernas mirándolo fijamente.

—Estuviste desaparecido doce días Wiler... ¿Dónde estabas?

—Lo siento, señor...

—¿Dónde estabas?

—En la casa de mis padres, su majestad... Discúlpeme...

—¿Te hice algo, Wiler? —él apretó la mandíbula al escucharlo—. Si hice algo dímelo...

—No hizo nada, su majestad, solo me dejé llevar por la situación... Creía que necesitaba tiempo para pensar...

—¿Crees que hice algo?

—No, su majestad, no se...

—Respóndeme con sinceridad. —lo interrumpió.

—Fuí yo el que confundió las cosas. Es mi culpa...

—Wiler... —volvió a interrumpirlo—. Creo que no podemos ignorar lo que dije...

Había pasado varios días solo y tuvo el tiempo de pensar bien las cosas, no podría echarle la culpa a Wiler ni aunque quisiera.

—No se preocupe, señor... No fue nada, yo solo exageré todo...

—Wiler... Creo que ya hay una tensión bastante notoria como para hacernos ajenos a ella. —Wiler tuvo el valor de levantar la mirada hacia él. Manly estaba completamente serio mirándolo igualmente. De repente se levantó y se sentó frente a él.

Manly suspiró.

En esos días también se había dado cuenta de muchas cosas, pero una en específico hizo que perdieras las fueras para siquiera levantarse de la cama. Agarró la mano de Wiler y sin mirarlo se preparó mentalmente para lo que estaba a punto de decir.

—Creo que... Negar lo que pasa sería una estupidez, al menos yo ya no puedo negarlo. Quizás es porque llevamos años conociéndonos o no lo sé... Se que escuchaste muy bien lo que dije...