Capítulo 62: Tiempo.

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Mikael caminaba por el tejado viendo a toda la gente pasear por el palacio

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Mikael caminaba por el tejado viendo a toda la gente pasear por el palacio. La gente se alejaba de él, era un engendro. Cesil suspiró y salió de su cuerpo.

—Está muy raro... —tomó su rostro haciendo que se detuviera.

«Es mi culpa.» dijo Mikanel y salió de su cuerpo—. Conecté con él y aún es muy pequeño para procesarlo rápidamente.

—¿Por qué conectaste con él?

—Era necesario. —miró su mano viendo cómo Mikael tenía mucha segregación de vitalidad—. Estaba buscando ayudar y necesitaba estar ya al cien porciento para no quedarse atrás, aunque... Creo que está así por algo más. —tocó su rostro y lo miró—. Ve con Gratt pequeño.

...

Gratt adentró del bosque seguía sin poder concentrar su mente, seguía desconcentrado por el lazo reciente que estaba apoderándose de su interior. El sentimiento de amor que se esparcía por el lazo era fuerte y destruía el odio ya existente por la diferencia de estatus. Kartny adentro de la cabaña estaba ordenando el cuarto a Gratt, inesperadamente su olor y su energía lograban colocarlo en una especie de trance, su mente también había comenzado a conectar con ese lazo.

El bosque se abrió haciendo que Gratt despertara ligeramente y esperó a que Mikael llegará a él. Apenas lo tuvo al frente, Mikanel salió de su cuerpo.

—El demonio que hizo Goy le hizo magia de hipnosis y se quedó así. —Gratt tocó su cabeza y detecto el hechizo, Goy tomó el control y miró a Mikanel.

—Eso no está permitido.

—Lo hizo para que se quedara en el bosque, por eso lo permití. ¿Puedes quitarlo? —Goy suspiró, tomó el alma de Mikael y quitó ese punto de luz evaporando el hechizo. Mikael parpadeó unas cuantas veces antes de reaccionar por completo.

—¿Cómo te sientes? —le preguntó y le dió una naranja bañada con la vitalidad de Rubí, Mikael comió la fruta y se apoyó en su cintura.

—Tengo hambre... —al mirarlo y ver sus ojos y sus pupilas un poco rojas lo cargó en sus brazos.

—Vamos, necesitas sangre de ángel. Que tú ya sabes cazar, ¿no es así? —le sonrió y Mikael se apoyó en su hombro—. Te ví, luchaste tu solo contra un grupo de ángeles.

—Estaba asustado... —susurró tomando un mechón de su rojizo cabello.

—Vamos, yo te acompaño. No dejaré que nadie te toque.

Mikanel miró a Cesil quedarse maravillado con esa presencia que desprendía Goy, sus ojos brillaron con esa mirada tranquila y esa dulce sonrisa. Goy tenía algo, algo mucho más poderoso. Miró su mano, ¿Cuánto le tomaría siquiera replicar un veinte porciento de su poder? Miró de nuevo a Cesil, un brillo en lo ojos del espíritu blanco lo dejó desconcertado, él lo miró sonriendo y Mikanel apartó la mirada con vergüenza.

El Oscuro Brillo de la Luna. [TRILOGÍA DE ÁNGELES Y DEMONIOS] IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora