300 años después...
Gio se despertó de repente de el largo sueño, apartó el brazo de un chico de su pecho y la pierna de otro de encima. Fue hasta el armario para buscar ropa para ponerse. Ya había amanecido, seguramente estaba llegando tarde.
Alguien tocó la puerta con algo de desespero haciendo que sus acompañantes también se despertarán.
—Gio... —el nombrado se volteó mientras abrochaba los botones de su camisa.
—Hola, pequeño... —tocó su mejilla y le sonrió, y el otro chico se acostó sobre sus piernas acurrucándose—. Si quieren pueden seguir durmiendo mientras regreso.
—¿Cuándo volverás?
—Antes del anochecer estaré aquí...
Salió de la habitación siendo seguido desesperadamente por su hermano mayor Gratt, quien de vez en cuando golpeaba la parte trasera de su cabeza agresivamente tratando de mantenerlo despierto y algo centrado en el mundo en el que estaba.
El primer guardián de Gio llegó a su lado.
—Volveré en la tarde, Gratt.
—Más te vale hacer lo que debes hacer y no distraerte con estupideces.
—Lo haré Gratt.
—Te dí esta tarea para que la hicieras bien y que papá te tome enserio.
—Lo haré, lo haré...
Se terminó de acomodar su chaqueta y se fue caminando por el sendero de piedras en dirección al portal mientras tarareaba una extraña canción de la cuál no sabía su procedencia, pero su guardián quien caminaba detrás de él con la mirada baja si la conocía, para su desgracia si la conocía.
—¿Conseguiste lo que te pedí?
—Si señor.
—¿Y?
—Norte.... Siempre hay ángeles vigilando el portal, señor. Debe tener cuidado.
Se detuvo al llegar a la franja, cruzar ese punto que dividía la oscuridad de la realidad siempre le causaba un extraño escalofrío. Era bastante frío.
—Mantente alerta, puedo sentir a dos ángeles muy cerca.
—Si señor.
Sabía que desde la guerra los ángeles habían estado bastante fuertes y se encargaron de procrearse lo más que pudieron, llegó a enterarse que cada familia rondaba los diez o quince hijos, a veces hasta veinte.
Definitivamente una idea muy absurda pero les había funcionado para aumentar su número y superar a los demonios.
Al menos su padre había puesto un límite razonable, de mínimo cinco hijos y máximo diez, aunque en la mayoría de los casos de gente que no cumplía esa regla era por su inestabilidad durante el ciclo.
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El Oscuro Brillo de la Luna. [TRILOGÍA DE ÁNGELES Y DEMONIOS] II
Fantasy"Lentamente... Intensamente..." Todas esas emociones desconocidas llegan juntas de golpe a un mismo cuerpo deteniendolo de cualquier tipo de movimiento... "Sangrientamente... Interminablemente..." ¿De eso se trataba la vida? ¿De forma constante se s...