—Bingo... —sonrió.
Dometeo se echó hacia atrás gritando intentando sacar la rama de su cabeza pero se le complicó bastante cuando la corteza a su tacto comenzó a calentarse demasiado.
—¡Esto es jugar sucio Goy! —le gritó, agarrando la rama con fuerza y sacó rompiendo la parte superior derecha de su cabeza y llevándose un pedazo de la piel de su rostro y parte de su cerebro—. ¡No sirve de nada lo que están haciendo!
—Si servirá de algo... —susurró. Ya las fuerzas se le acababan—. Esto hará que los niños vivan, ellos prevalecerán hasta el final. Te arrepentirás de haber matado a Mikanel. —dijo con odio.
Rubí emergió del suelo estrellándose contra Dometeo sacándolo de la casa, dos golpes seguidos, fuertes y precisos de Megoro terminaron de romper todo el lado derecho de su rostro y su brazo. Dometeo abrió el suelo pero Megoro reaccionó lo suficientemente rápido y voló hasta perderse entre los árboles.
—Maldición... —murmuró mientras curaba su rostro lentamente. Esos golpes le habían parecido tan lamentables pero de igual forma le hecho gastar mucha energía. ¿Quién era ese imbécil? Le había asestado pocos golpes pero le había hecho bastante daño.
Miró a todos lados sin poder detectar en dónde estaba escondido, ocultaba su energía bastante bien y tampoco tenía peso en algunas partes del cuerpo. Era invisible ante sus ojos. Megoro arrancó de su pierna una oruga venenosa que se había pegado a su pierna cuando se habían abierto las profundidades. ¿Por qué tenía los poderes de Mason? Miró su mano viendo como la sangre de Dometeo se dividía en cinco... ¿Les había arrancado la vitalidad? Que ser tan asqueroso.
No había tiempo, no podía detenerse a nada. Debía atacar. ¡Ataca! Saltó de una rama dejando caer su peso y dándole un fuerte golpe de energía que destrozó la parte de su rostro que acababa de curar. Dometeo maldijo y le dió una patada en el estómago atravesandolo, pero Megoro regeneró su cuerpo al instante volviendo a golpear a Dometeo.
—¡Si que fastidias! —le dijo y encerró su cabeza en una bola de fuego dejándolo sin aire. Megoro se echó hacia atrás abrumado sin saber cómo salirse de eso. No podía respirar—. Si logras deshacerte de esto, volveré a pelear contigo. —terminó por arrancar una parte de su mandíbula que había envenenado para que se curara más rápido.
Entró en la cabaña y se acercó a la cama. Los dos únicos niños que quedaban comenzaron a llorar sintiendo como algo golpeaba fuertemente los caparazones buscando romperlos. Una nueva capa dura y gruesa de ramas apareció en los caparazones, Dometeo se dió cuenta que Goy había dado una cosa —su vida— por otra —dureza y durabilidad después de su muerte— para que todo no se hubiera destruído con su muerte.
—Si que fastidias Goy. —miró los ojos congelados de Goy, ya había muerto.—. Ya estoy cansado, me retiraré por hoy. —salió de la cabaña y emprendió su camino fuera del bosque.
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El Oscuro Brillo de la Luna. [TRILOGÍA DE ÁNGELES Y DEMONIOS] II
Fantasy"Lentamente... Intensamente..." Todas esas emociones desconocidas llegan juntas de golpe a un mismo cuerpo deteniendolo de cualquier tipo de movimiento... "Sangrientamente... Interminablemente..." ¿De eso se trataba la vida? ¿De forma constante se s...