1. Un compañero nuevo

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Me llamo Sophia Birlem y tengo 16 años

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Me llamo Sophia Birlem y tengo 16 años. Estoy terminando de estudiar 1º de bachillerato pero lo más probable es que repita porque llevo varios meses sin ir a clases porque últimamente he estado de hospital en hospital y hace un mes me tuvieron que ingresar para poder investigar desde más cerca lo que tengo. Hace unos meses, me levanté de la cama como cualquier día normal y me mareé, algo totalmente normal, pero no, lo mío no era un simple mareo por acabar de levantarte.

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Hace unos meses...
Acabo de levantarme de la cama y estoy muy mareada, se me ha puesto toda la vista negra y me he vuelto a sentar en la cama para no caerme. Cuando se me ha pasado un poco he decidido ir al salón pero al salir por la puerta de mi cuarto me he chocado con el marco.

—¿Sophia estás bien? —pregunta mi hermano desde el salón sin verme.

—Sssss... —no me salían las palabras, quería hablar pero no podía.

Sigo andando y al mirar el suelo todo me da vueltas. Miro hacia arriba y veo a mi hermano delante mía.

—¿Qué te pasa? —pregunta preocupado.

No me salían las palabras, quería intentar responderle para que no se preocupase pero no podía. ¿Por qué?

—¿Estás mareada? ¿Te llevo al sofá?— dijo preocupado.

Mi hermano me cogió del brazo y me intentó llevar al sofá pero yo no paraba de chocarme con la pared. Mi hermano me miraba muy extrañado, el no sabía lo que me pasaba y yo tampoco. Un poco antes de llegar al sofá, me empezaron a pitar los oídos y empecé a ver puntitos negros.

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Mi hermano dice que después de eso me desmayé y él llamó a una ambulancia. Desde ese día estoy yendo a todos los hospitales posibles porque no saben de dónde vino ese gran mareo, todavía me siguen dando mareos pero ninguno tan fuerte como aquel. Ahora mismo estoy ingresada en el hospital para que los médicos me tengan más vigilada y así poder hacerme todas las pruebas necesarias, llevo ya cerca de un mes aquí y no sé cuánto me queda.

—Buenas tardes Sophia— dijo la enfermera entrando por la puerta.

—Buenas tardes Irene— le respondí.

—¿Y tú hermano?— preguntó al no verlo.

—Está abajo comiendo—.

—Mira tú que bien— sonrió alegremente y se sentó en mi cama.

Esta enfermera es la que mejor me cae, siempre viene a hablar conmigo para que no me aburra ya que el único que está conmigo aquí es mi hermano y mis padres vienen cuando salen de trabajar, a las 8 de la tarde pero solo pueden verme un ratito.

Mis padres no viven aquí en Barcelona, ellos viven en Málaga, que es dónde nacimos mi hermano y yo pero mientras he estado yendo de hospital en hospital mis padres se han alquilado un piso aquí.

—¿Y tu que tal estás?— dijo Irene.

—Bien... Aburrida pero bien— sonreí.

—¿Sabes qué?— dijo emocionada.

—¿Qué?—.

—Dentro de una hora va a venir un chico a hacerte compañía— dijo súper emocionada.

—¿Un compañero nuevo?— pregunté emocionada.

—¡SÍ!— asintió con felicidad.

—¡POR FIN!— celebré con los brazos arriba —¿y quién es?

—No lo sabemos pero lo único que sabemos es que se ha dado un golpe en la cabeza jugando al fútbol—.

—¿Y esta bien?— pregunté preocupada.

Al fin y al cabo, todos los que estamos aquí es por algo.

—A ver— pausó —en la ambulancia perdió el conocimiento pero sí, ya ha recuperado la conciencia y se va a quedar aquí para que le hagan todas las pruebas necesarias—.

—¿Y cuánto tiempo va a estar?—.

—Máximo una semana— dijo apenada.

—Bueno, no importa, al menos ya tengo a alguien con quién hablar y así no aburrirme tanto—.

Me hacía muchísima ilusión tener a un compañero de habitación, en este mes que llevo solo he tenido a una y estuvo muy poco tiempo, tres días para ser exactos. Yo necesito a alguien que me haga compañía, que solo hablo con mi hermano y con mis padres cuando vienen. Mi familia y mis antiguos amigos están en Málaga y mis amigos de aquí no pueden venir a verme.

—Joder... acaba de marcar el Betis— dijo mi hermano entrando por la puerta.

—¿Otra vez viendo el fútbol Guillermo?— dijo Irene riéndose.

—Sí, está jugando el Barça— dijo sentándose en la silla que había al lado mía.

—Entonces quítate de aquí— le dije de broma.

—Callarse que no entendéis ninguna de futbol— dijo riéndose mientras se acomodaba en la silla.

—El que no entiende eres tú— le vaciló de broma Irene  —Que eres del Barça—.

—Si si— vaciló mi hermano.

Toda mi familia es del Barça y yo soy la única madridista. Se siente raro pero por fin tengo a alguien que me entiende, a Irene.

 Se siente raro pero por fin tengo a alguien que me entiende, a Irene

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(𝐍𝐨)𝐬(𝐨𝐭𝐫𝐨𝐬) || GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora