5. Un tratamiento

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Atención: En este capítulo se habla sobre la enfermedad de Sophia, toda esta información es completamente falsa

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Atención: En este capítulo se habla sobre la enfermedad de Sophia, toda esta información es completamente falsa.

Al día siguiente...

—Pablo ven— dijo Carmen —Que vamos a hacerte ya alguna de las pruebas—.

—Vale— se levantó de la cama —¿Qué me vais a hacer?— preguntó moviéndose el pelo.

—Una resonancia—.

—Suerte hermanito— le dijo Pedri.

—Suerte— dijimos mi hermano y yo al unísono y nos reímos por eso.

—Gracias gracias— se tocó el pecho varias veces super emotivo y nos mandó un beso como si fuéramos sus fans.

—Que tonto es— dijo Pedri riéndose.

—Te he oído— dijo desde el pasillo.

Luego nos quedamos los tres hablando. Mayormente estábamos hablando de fútbol, y era normal porque a mi hermano y a Pedri les gusta mucho el fútbol, a mi no es que me encante, pero me gusta ver los partidos del Madrid, algún que otro del Barça me lo veo pero sin ganas, es por obligación, siempre me los suelo tragar en alguna comida.

—Me habéis echado de menos ¿verdad?— dijo Gavi entrando por la puerta.

—¿Sophia puedes venir?— me pidió Carmen.

—Yo no— le respondí a Gavi soltando una risa —Sí, voy —le dije a Carmen.

—¿Qué tal hermano?— le preguntó Pedri a Gavi.

Y ya no escuché más. Salí de la habitación y me fui a a un sitio mas apartado para estar a solas con Carmen, no sabía lo que me iba a decir y por eso, estaba muy nerviosa, no paraba de crujirme las manos.

—Creo que ya sabemos lo que tienes— dijo con las manos entrelazadas.

—¿El qué?— pregunté nerviosa.

—Es síndrome de Meniere— yo la miré con los ojos muy abiertos —Tranquila, no es nada — pensó — Bueno, a ver, supongamos que esta elegido por descarte—.

—¿Cómo que por descarte?—.

—Después de hacerte tantas pruebas y tantas cosas, la única posibilidad que queda es que tengas este síndrome, tal vez pueda predominar algo más tarde pero de momento solo podemos decirte esto—.

—¿Y qué hago yo ahora? Estoy igual que antes— me quejé con los brazos cruzados.

—Venía a eso, a proponerte una cosa— dijo Carmen sobresaltada.

—¿El qué?—.

—Este síndrome tiene tratamiento—.

—Yo no me voy a poner nada si ni siquiera sé si tengo eso— me quejé otra vez.

—No has preguntado de dónde viene ese síndrome—.

—¿De dónde viene ese síndrome?— repetí cansada.

—Si de verdad tienes este síndrome creo que sabes de lo que te voy a hablar, sino... no— pausó —Cuando alguien sufre de algún trastorno mental, dicha persona se acostumbra a unos hábitos de vida que, por desgracia, no son saludables— pausó —¿Qué quiere decir esto? Pues que, esa persona, tarde o temprano, sufre las consecuencias provenientes de aquellos malos hábitos de vida. Llega un momento en el que el cuerpo se acostumbra a esas consecuencias y por mucho que cambies lo hábitos de vida, las consecuencias siguen ahí. Las consecuencias son como mareos, desmayos, insomnio, ansiedad, disautonomía... Y el conjunto de consecuencias que se dan en dicha persona se denominan el síndrome de Meniere. La verdad es que no quiero incomodarte mucho con esta conversación, yo creo que tu te conoces más que nadie pero Irene me comentó algo y hemos terminado sacando esta conclusión. Como te he dicho antes, este síndrome tiene tratamiento, no pierdes nada por intentarlo ya que, si te lo pones y no tienes el síndrome, no te va a pasar nada, seguirás igual, y si te lo pones teniendo el síndrome te dará una pequeña reacción con varios efectos secundarios—.

—¿Qué efectos secundarios?—.

—Mañana te lo explico más tranquilamente si decides ponértelo, el problema es que sí tengas el síndrome y no te pongas el tratamiento, ya que, esta es la única salida que hay por ahora y por intentarlo no pierdes nada, los efectos secundarios se notan desde el primer día— se me quedó mirando y como yo no dije nada, volvió a hablar ella. —De todas formas, no tienes porque pensarlo ahora, mañana me lo dices. Ahora me tengo que ir, ya se lo dirás a tu hermano cuando puedas, necesito su consentimiento o el consentimiento de algunos de tus padres. Luego nos vemos— dijo despidiéndose con la mano.

—Adiós— se lo devolví agitando la mano.

Sinceramente, tenía ganas de llorar, al escuchar la palabra trastorno mental se me vinieron muchísimas cosas pasadas a la cabeza. El año pasado lo pasé tan mal que no quiero ni pensarlo pero tal vez sí que haya visto la luz del túnel y pueda salir por fin de aquí.

 El año pasado lo pasé tan mal que no quiero ni pensarlo pero tal vez sí que haya visto la luz del túnel y pueda salir por fin de aquí

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(𝐍𝐨)𝐬(𝐨𝐭𝐫𝐨𝐬) || GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora