14. El del carrito

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A media madrugada...
Me desperté porque tenía unas calores increíbles, no podía dormir si quiera. Estaba aireándome la camiseta para que me diera fresquito pero es que no lo conseguía. De repente, me entraron muchísimas ganas de vomitar y me fui al baño. Cerré la puerta para no hacer ruido.

Me puse igual que la última vez. Con una mano agarrándome el pelo y con la otra encima del váter.
Y otra vez vomité.

—¿Estás bien?— dijo alguien tocando la puerta y abrió.

Me pensaba que iba a ser Gavi pero no, era mi hermano. Tendrían que ser las cuatro de la mañana más o menos, la hora a la que viene de trabajar.

—Ahora me ha tocado a mí— dijo riéndose y cerró la puerta —¿Quieres que llame a alguien?—.

—No— dije mientras seguía vomitando.

Con mi hermano la verdad es que no me daba tanta vergüenza como con Gavi, lo que no se es como este no se ha despertado con tantos ruidos.

Ya había parado de vomitar hace un rato pero seguía teniendo más ganas así que me apoyé en la pared que había pegada al váter para no estar mirando para abajo. Me puse cerca del váter por si acaso volvía a vomitar.

—¿Sigues igual?— preguntó mi hermano.

—Peor, estoy mareada— dije respirando lentamente mientras cerraba los ojos y las manos fuertemente.

—Voy a llamar a alguien— dijo mi hermano abriendo la puerta y saliendo para fuera.

Cuando mi hermano se fue escuche unos pasos que venían hacía mi. Abrí los ojos y vi que era Gavi.

—¿Qué te pasa?— dijo con voz de dormido desde el marco de la puerta.

—Me encuentro muy mal— pausé —Bueno, igual que ayer— volví a cerrar los ojos.

—¿Quieres que te eche agua en la nuca para que se te pase un poco?—.

—¿Eso funciona?— pregunté extrañada.

—Pues claro. Anda que no he hecho yo eso veces en los entrenamientos— se puso de cuclillas y abrió el grifo del bide que estaba al lado.

Se mojo la mano y me la puso detrás. Al estar tan fría me dio un escalofrío y el se rió.

—¿Está fría?— dijo riéndose.

—Si— reí.

Por fin vino mi hermano con una enfermera. No sabía cómo se llamaba pero me acuerdo que fue ella con quién Gavi se chocó cuando llevaba la bufanda puesta en los ojos y yo lo estaba guiando.

—¿Cómo estas Sophia?— preguntó la enfermera.

Gavi se levantó y dejo que se pusiera al lado mía.

—Estoy mareada y tengo ganas de vomitar— abrí los ojos.

—Lo de los mareos es normal cuando uno tiene ganas de vomitar. También tendrás calor ¿no?— asentí —Me han hablado sobre tu caso y creo que es normal esto que te esta pasando pero de todas formas te voy a dar esto— dijo dándome una caja de pastillas llamada Vomisin—Cada vez que te encuentres así tómate una, te hará sentir mejor—.

—¿Me puedo tomar una ahora?— pregunté.

—Claro. ¿Quieres un vaso de agua?— preguntó.

—En mi mesita hay una botella ¿podéis traérmela?— pedí educadamente.

—Voy yo— dijo Gavi que era el que más cerca estaba de la puerta.

Gavi trajo la botella y yo saqué la primera pastilla.
Mira que me cuesta tomarme cualquier pastilla pero es que me encontraba tan mal que me la tomé sin pensármelo.

—Se supone que se te tiene que pasar en un rato. ¿Te ayudo a levantarte?— se ofreció la enfermera.

—Si, porfa— le di la mano y me ayudo a levantarme.

Cuando me ayudó a levantarme le solté la mano y me fui yo sola para la cama. Antes de que se fuera la enfermera le di las gracias.

—Adiós— dije yo y Gavi repitió lo mismo.

—Adiós niño del carrito— dijo la enfermera riéndose y se fue cerrando la puerta.

Cuando escuché eso nos empezamos a reír los dos.

—No entiendo nada— dijo mi hermano.

—Es una historia muy larga—.

Al rato la pastilla hizo efecto y me pude dormir tranquilamente.

(𝐍𝐨)𝐬(𝐨𝐭𝐫𝐨𝐬) || GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora