¿𝐍𝐨 𝐨𝐭𝐫𝐨𝐬 𝐨 𝐧𝐨 𝐨𝐭𝐫𝐚𝐬?
Sophia Birlem, una chica que está ingresada por una enfermedad no diagnosticada va a conocer a un chico que viene al hospital por un golpe en la cabeza. ¿Estarán destinados a estar juntos o se quedará todo en un...
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—Pero mírame— me giró la cara con su mano y vio que estaba llorando, yo la aparté corriendo—¿Por qué estas llorando?— preguntó.
No hubo ninguna respuesta por parte mía.
—Sophia, te estoy hablando—.
Tampoco respondí.
—O me respondes ahora mismo o me voy— dijo serio.
—Joder Gavi, ya no puedo más— dije rompiendo a llorar mientras me echaba encima de la barandilla.
El se quedó muy serio mirándome. Cuando se percató de la situación, me cogió de los brazos para ponerme bien y darme un abrazo.
—¿Pero qué es lo que pasa?— preguntó sin entender absolutamente nada y me dio un beso en la cabeza.
Necesitaba coger airé para responder.
—Hay un número que...— me separé de él —que no para de escribirme— dije quitándome las lágrimas de la cara, aunque fue en vano porque seguía llorando.
—¿Y qué te dice?— preguntó.
—Me está amenazando con subir una foto nuestra—.
—Una foto nuestra...— pensó —¿Cuál?— preguntó.
—La que tengo en mi fondo de pantalla— le expliqué.
—¿Has subido esa foto a Instagram?— preguntó extrañado.
—A mejores amigos— especifiqué.
—¿Y a quién tienes en mejores amigos?— preguntó.
—A mis amigos— le respondí.
También tenía a algunas personas de mi familia, pero esas personas sé que nunca me harían eso.
—Cuando te dije que yo era mejor amigo que tus amigos no me equivocaba para nada— soltó una risa inocente.
—Gracias Gavi, ahora me siento mucho mejor— dije irónicamente y me separé totalmente de él.
Ese comentario me había molestado.
—A ver no— me intentó acercar a él y yo me eché para atrás —Vale— se dio cuenta y se quedó callado porque no sabía que decir —Tal vez ha podido ser una broma de tus amigos o algo— pausó — ¿No lo has pensado?— me preguntó.
—Gavi— lo miré —Esto no es una broma, a mi esto no me hace gracia—.
—Tienes razón—.
Se quedó callado otra vez.
—Perdona por lo que te acabo de decir de tus amigos— dijo dándome un abrazo y esta vez sí se lo acepté.
Este abrazo fue más largo que el otro.
—¿Y por qué no me lo has contado antes?— preguntó mientras aún seguíamos abrazados.
—Porque tenía miedo— le respondí mientras tenia la cabeza apoyada en su pecho.
