¿𝐍𝐨 𝐨𝐭𝐫𝐨𝐬 𝐨 𝐧𝐨 𝐨𝐭𝐫𝐚𝐬?
Sophia Birlem, una chica que está ingresada por una enfermedad no diagnosticada va a conocer a un chico que viene al hospital por un golpe en la cabeza. ¿Estarán destinados a estar juntos o se quedará todo en un...
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Miércoles 21 Hoy nada más llegar a casa vería a Gavi, tenía muchísimas ganas. Ayer hice lo de inglés con Ivan y lo hicimos bastante bien, de nota grupal tuvimos un 10 y individualmente yo un 9'75 y él un 9'5.
Ahora mismo estábamos en clase de matemáticas. Estaba copiando lo que decía el profesor hasta que escuché al que estaba sentado al lado de David decirle mientras estaba escribiendo.
—¿Has hecho lengua?—.
Cuando escuché eso dejé de escribir y los miré.
—¿Qué había de lengua?— pregunté intentando no decirlo muy alto.
—De la página 12 el 1,2 y 3– me respondió el compañero de delante, no Iván.
—Gracias...— no terminé la frase.
—Sergio— rió.
—Gracias Sergio— le sonreí.
—Denada hombre—.
Cuando llegó el recreo le dije a Pablo y a David que no me esperasen, que quería quedarme en la clase haciendo los deberes de Lengua. Ni David ni Pablo lo habían hecho tampoco pero decían que no iban a perder el recreo en eso.
Cerré la puerta de la clase y saqué el libro de lengua. Mientras estaba escribiendo escuché la puerta abrirse, alcé la mirada y era Iván.
¿Sabéis eso de no encontraros a nadie constantemente hasta que lo conocéis? Pues eso me esta pasando ahora mismo.
Entró a la clase y dejé de mirarlo. Cogió su chaquetón que estaba en el perchero, el cual estaba detrás mía y me vio hacer Lengua.
—Mas quisieras— abrió la puerta y la dejó abierta.
—No vayas a cerrar la puerta— dije una vez en el pasillo con la mano en el pomo y cerré la puerta.
Cuando lo terminé me sobraron cinco minutos y bajé al recreo. Cuando terminaron las tres horas nos fuimos y yo me fui con el grupo entero hacia mi casa. Tenía ganas de ver a Gavi la verdad. Cuando abrí la puerta vi a Gavi cocinando, la cerré y solté la mochila en la entrada.
—¿Tantas ganas de verme y ahora ni me saludas?— rió soltando el palo con el que movía la comida.
—Voy— reí —Que estoy soltando las cosas—.
—Con toda la tranquilidad del mundo eh...— rió.
Yo me acerqué a él y lo abracé posicionando mis brazos alrededor de su cuello.
