Capítulo 7

14.1K 432 19
                                    


Elaia

Porque mi cuenta iba a estar pagada si yo no he pagado.

- Si, la ha pagado el chico aquel. - habló el camarero.

Seguí la mirada hasta el chico que señaló. No me lo podía creer.


Pablo Gavi

Me acerqué a David, un camarero, nos conocemos desde que descubrimos el restaurante.

- Oye David, ¿me podrías hacer un favor? - le pregunté.

- Claro, ¿que necesitas?

- La cuenta de la chica que acaba de pasar la pago yo, cuando te pida la cuenta me la das a mi, yo lo pagaré.

- Claro, eso está hecho.

Me guiñó un ojo y yo le dediqué una sonrisa para después irme a la mesa. Los 3 me esperaban con una sonrisa en la cara. Minutos después nos trajeron la cuenta de la chica y la pagué.

- Ostias, la chica viene hacia aquí, y parece enfadada. - dijo Ferrán.

No me dió tiempo a decir nada porque en cuanto me di cuenta ya tenía a la chica a mi lado.

- Eh tú - dijo refiriéndose a mi.

- Hola eh - le contesté.

- Ni hola ni pollas, ¿para que me pagas la cuenta?

- Solo quería invitarte.

- Puedo pagar yo eh, toma - puso el dinero encima de la mesa. 

- No, no puedo aceptarlo, es una invitación - hablé mientras le devolvía el dinero y ella lo aceptó.

- Agh, eres insoportable - dijo mientras se iba.

- De nada eh - grité.

No se giró, solo sacó el dedo del medio para luego salir de ahí.


Elaia

No podía creer lo que había pasado, no me conocía de nada y aún así lo hizo.

Salí de allí y me di cuenta que seguía sin cobertura y casi no me quedaba batería. Ya eran las 4 de la tarde, y tenía que volver cuanto antes a la Masía para llegar a la actividad que tenía.

Después de dar unas cuantas vueltas por el pueblo acabé en la carretera por la que entré. Estaba empezando a tener cobertura, pero cuando entré en Google Maps se me apagó el móvil. 

No sabia que hacer, no tenía hora ni móvil para avisar a alguien. Estaba sola en medio de la carretera. No tenía otra opción, así que empecé a caminar, con esperanzas de llegar al centro de Barcelona.

Estaba caminando tranquila hasta que escuché el motor de un coche. Intenté mantenerme tranquila pero fue imposible cuando me di cuenta que el coche iba frenando. Preferí ignorarlo y seguir mi camino, con miedo.

El coche se paró a mi lado, llevé mi mirada al suelo y comencé a caminar más rápido.

- Oye, ¿necesitas que te llevemos?

En cuanto escuché esa voz me paré de golpe, podía reconocer esa voz a kilómetros. Me giré un poco y miré a través de la ventanilla. Ahí estaba, el chico del comedor y el que me pagó la cuenta, sentado en el asiento del copiloto. 

- ¿Podrías decirme la hora? - le respondí.

- Son las 5 y media - siguió hablando.

- No me jodas - bufé.

- ¿Qué pasa?

- Tengo que estar en la Masía a las 6, y se me ha apagado el móvil, no se que hacer.

- Te llevamos.

- No, no hace falta, gracias.

- Venga, deja de ser cabezota y entra al coche

Se bajó del coche y se acercó a mi.

- ¿Y por qué debería fiarme? - hablé.

- Porque estás sola, en medio de una carretera y con el móvil apagado. Puedes confiar en nosotros.

- Está bien - suspiré.

- Gavi, encantado - dijo mientras extendía su mano en forma de saludo.

- Elaia, un placer - contesté mientras le acepté la mano y él sonrió.

- Súbete de copiloto, no quiero que te sientas incómoda.

Le regalé una sonrisa y me subí.


Pablo Gavi

Salimos del restaurante y nos dirigimos al coche. Estábamos saliendo del pueblo cuando a lo lejos vi a una chica, pude reconocerla al instante.

- Tios, la chica - dije

- ¿Por qué va andando por la carretera? Y además sola - contestó Ferrán.

- Párate al lado de ella - hablé dirigiéndome al canario.

Pedri me hizo caso y se paró a su lado, bajé la ventanilla y hablé.

- Oye, ¿necesitas que te llevemos?

Se giró un poco y miró a través de la ventanilla. 

- ¿Podrías decirme la hora? - respondió.

- Son las 5 y media - seguí hablando.

- No me jodas - bufó.

- ¿Qué pasa?

- Tengo que estar en la Masía a las 6, y se me ha apagado el móvil, no se que hacer.

- Te llevamos.

- No, no hace falta, gracias.

- Venga, deja de ser cabezota y entra al coche.

Me bajé del coche y me acerqué a ella.

- ¿Y por qué debería fiarme? - habló

- Porque estás sola, en medio de una carretera y con el móvil apagado. Puedes confiar en nosotros.

- Está bien - suspiró.

- Gavi, encantado - dije mientras extendía mi mano en forma de saludo.

- Elaia, un placer - contestó mientras me aceptó la mano y sonreí.

- Súbete de copiloto, no quiero que te sientas incómoda.

Me regaló una sonrisa y se subió.

Golden boy / GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora