Golden boy / Gavi

Capítulo 44

Elaia

Subí a la habitación riéndome por el comentario de Gavi. Sabía que odiaba que le llamaran así, pero tenía pensado seguir haciéndolo.

Le dije a Gavi que no iba a comer, no tenía hambre así que no comí nada. Me entró el sueño y decidí irme a dormir, esta vez poniendo una alarma para que no me pasara lo de esta mañana.

La alarma sonó así que me tuve que despertar. Tenía media hora para cambiarme y hacerme la mochila.

Me puse un bikini que me compré cuando fui con Sira, encima me puse una camiseta ancha y debajo unos pantalones cortos de chándal, los cuales no se veían por la largura de la camiseta.

En la mochila me puse lo esencial, el cargador del móvil, un peine, ropa limpia y un pijama, como dijo Gavi.

Salí de la habitación y me dirigí a la de Gavi. Cuando llegué di 3 golpes suaves a la puerta, no como él, y a los segundo abrió la puerta

Lo miré de arriba a abajo, llevaba unos pantalones de la equipación cortos con su número pero iba sin camiseta. No pude seguir subiendo la mirada ya que me quedé viendo su pecho descubierto.

- Hola eh - dijo haciendo que le mirara a la cara.

- Si, hola - contesté nerviosa.

- ¿Te he dicho que estás muy mona cuando te pones roja?

- Varias veces - reímos.

- Pasa - dijo poniéndose a un lado dejándome paso para entrar a la habitación.

- ¿Para qué me dices que venga a esta hora si no estás listo? - pregunté.

Pablo Gavi

No puedo negar que lo hice aposta, no fue casualidad que me pillara sin camiseta.

- Solo me falta la camiseta - contesté.

- Y el bañador.

- Me lo pongo en casa de Pedri - respondí mirando mis pantalones.

Estaba buscando una camiseta por el armario y noté una mirada puesta en mí. Miré por el espejo que tenía y vi a Elaia reflejada mirándome.

- ¿Qué miras tanto? - pregunté girándome.

- Nada - contestó nerviosa.

- Ya - sonreí.

Me fui acercando poco a poco a Ela y ella retrocedió hasta chocar con la pared.

- ¿Nerviosa? - pregunté divertido.

- Más quisieras Gavira - contestó acercándose más.

- No me tientes - dije.

Puse mis manos en su cintura y ella cogió mi cuello con sus frías manos, haciendo que un escalofrío recorriera por mi cuerpo.

No podía seguir así, necesitaba besarla, necesitaba sentir sus labios sobre los míos.

No aguanté más y la besé. Elaia se quedó quieta pero finalmente reaccionó y siguió el beso.

Abrí mi boca como si quisiera comermela viva y metí mi lengua tocando la suya. Besaba muy bien, hay que decirlo.

Nos separamos y la miré mientras sonreíamos. Elaia me atrajo hacía ella y volvimos a besarnos. Fui bajando mis besos por su mandíbula y acabé dejando besos por todo su cuello. Luego volví a subir y besé su oreja para luego lamer suavemente el lóbulo. Elaia gemía y eso me ponía a cien.

Mis besos volvieron a subir hasta llegar a sus labios. Al cabo de unos minutos nos separamos por falta de respiración. Miré sus ojos y luego bajé mi mirada hasta sus labios.

- Los tienes hinchados y rojos - reí.

- Lo mismo te digo - rió.

Le di un último beso para separarme y ponerme la camiseta.

- ¿Vamos? - pregunté.

Elaia asintió y fuimos a la puerta, pero antes de abrirla le di un pico.

- No te acostumbras - dijo y reímos.

- Tira anda - abrí la puerta y salimos.

Fuimos a la habitación de Ansu y piqué la puerta suavemente.

- ¿Porque no le aporreas la puerta como a mi? - pregunó Ela.

- Porque solo te lo hago a ti - le guiñé el ojo.

- No es ju-

Antes de que pudiera acabar la frase Ansu abrió la puerta.

- ¿Vamos? - pregunté.

- Vamos - respondió Ansu.

Ansu cogió la mochila y salió de la habitación para cerrarla con llave.

Durante el camino estuvimos conversando animadamente, contando algún que otro chiste y riendo.

Finalmente llegamos, nos bajamos del coche y llamamos al timbre. Pedri abrió la puerta y entramos. Ansu y Ela fueron a la piscina con el resto mientras que yo subía a ponerme el bañador.

Bajé y estaban todos dentro de la piscina menos Elaia, que estaba sentada en el borde con los pies dentro del agua.

Salí corriendo al jardín y me tiré al agua.

- Te voy a matar - dijo Elaia, quien estaba mojada por mi culpa.

Todos reímos y yo miré sonriendo a Elaia, que me devolvió la sonrisa. Me fijé que tenía algo en el cuello, y de la manera más discreta posible le señalé el cuello.