Capítulo 30: Te quiero a ti

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Ezequiel

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Ezequiel

—Derek por favor, ayuda a Luis a traer a Valentina a la silla y así yo podría ir a buscarle un vaso de agua. —se escuchó la voz de la mamá de Valentina y sé que es ella porque la conocí el día de la matrícula.

Después observó a un hombre como de mi edad tomar por la cintura a Valentina y luego a un chico mucho más joven acercarse a ella. No desvíe la mirada de la escena hasta que Valentina me observó con una mirada algo apagada, pero a la misma vez reflejaba confusión. Maldición, ahora entiendo que acabo de lastimarla al haber traído a Isa sin consultarle antes y que su presencia no la hubiera tomado como una sorpresa.

Solo espero que no piense que he regresado con ella o que eso son mis planes futuros. Porque no es así y es que a la única mujer que veo en mi futuro es a ella. Sin embargo, tendré que encontrar un momento para hablar con Valentina está misma noche.

Lo único es que no tengo ni idea de cómo haremos para tener un momento a solas cuando los ojos de todas estas personas estaban sobre ella y sobre su panza. Ahora estoy sintiéndome un impotente y estoy siendo un jodido cobarde.

Porque en vez de ser ese tal Derek, debía ser yo él que estuviera a su lado preguntándole si se encontraba bien ella y mis hijos. Comienzo a sentir envidia de ese joven que no se ni quién es, pero que le habla y ella le presta toda su atención. Porque soy un jodido cobarde y no he movido ni un pie hacia su dirección. Sin embargo, no debo hacerlo a menos que quiera teminar en una maldita cárcel y alejado de todas las personas que quiero.

—¿Qué le habrá pasado? —le preguntó a Isabel y ella se giró a observar a Valentina después de separarse de los brazos de su madre.

—No lo sé papá, pero iré a preguntarle y luego volveré contigo mamá. -Hablo Isabel. Sin embargo, Isabel no pudo dar un pie más cuando su madre la detiene por su brazo y volvió a mover sus labios.

—Hija no vayas ahora y espera a que el mareo se le pase. —Hablo Isa y gruño para mis adentros.

—Por favor, hagamos un poco de espacio, porque mi hija se encuentra bien y es que solo ha sido un simple mareo. Ahora les pido que se alejen para que ella pueda tomar un poco de aire y más adelante continuaremos con la celebración. —Habló la madre de Valentina y tuve que hacerme a un lado junto a Isa y mi hija Isabel.

—No vayas hija y quédate conmigo. —Maldigo en mi interior y es que si Isabel no va, nunca sabré de buena fuente, si Valentina se encuentra bien.

—Isa déjala que vaya a ver a su amiga, si ella quiere. —le contestó, pero se detuvo la conversación al ver como Valentina se acercaba en nuestra dirección a la puerta y maldije en mi interior a verla agarrada del brazo de ese tal Derek.

Al pasar por nuestro lado cruzo la mirada nuevamente con Valentina regalándole una sonrisa hasta que Isabel rompió el silencio y la apartó cuando siento la mano de Isa enredarse en mi antebrazo. Sin embargo, no sé porque no la he quitado aún y disimuladamente intento despegarme; pero Isa me miró confundida.

Dos Pequeños DeslizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora