Capítulo 57: Viviré infeliz

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Valentina

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Valentina

Abro el armario de Isabel y paso rápidamente los vestidos para encontrar uno que me quedara bien a pesar de mi enorme panza. Porque claro que no quiero utilizar algo que me haga sentir sumamente incómoda y mucho menos que le llegue a provocar algún daño a mis hijos. En realidad, no sé, si es un mito o no, ese de que no se puede llevar ropa ajustada durante el embarazo.

Aun así, he decidido hacerles caso a todos esos mitos de embarazo por si las moscas y es que deseo que mis hijos nazcan muy saludables. Brinco de la felicidad al haber encontrado el vestido adecuado y me lo voy colocando por la cabeza justo cuando escuchó una voz masculina que no logro reconocer.

—¡Buenos días! ¿Es usted el señor Ezequiel Núñez? —pregunta una voz gruesa y todavía seguía siendo totalmente desconocida para mí. Avanzó a sacar un pantalón corto de la gaveta de Isabel para cubrir el hecho de que no llevo panti y es que justo el vestido me queda debajo de mis nalgas.

Juro que si me doblo se me ve hasta la vida entera y debo respectar el hecho de que es un hombre la persona que esta allá afuera.

—Sí, ese soy yo. —responde inmediatamente Ezequiel.

Mierda, avanzó a subirme el pantalón con el corazón latiendo a mil por hora cuando logro escuchar lo siguiente:

—El juez Williams Anderson a emitido una orden de arresto en su contra por el delito de agresión sexual contra una menor de edad. —Luego hubo un breve silencio para después escuchar nuevamente la voz de ese hombre desconocido y yo aún seguía sin terminar de subirme el maldito pantalón. —Tengo el deber de informarle que tiene derecho a guardar silencio y a negarse de responder a cualquier pregunta. —escuchó justo cuando abro la puerta de la habitación de Isabel y dejo la puerta abierta al ver la horrible escena.

Mi corazón sigue latiendo en automático a ver como Ezequiel se encontraba con sus brazos cruzados en la parte de atrás y el ver a un hombre informado rodeando sus manos con unas esposas. Según a como lo veo, ha accedido voluntariamente a que lo detengan y parecía estar demasiado relajado.

Nada en comparación conmigo y es que yo me encuentro muy desesperada y desconcertada. Por eso avanzó a paso firme hacia ellos y tomó con mucho desespero el brazo del oficial que había esposado a Ezequiel.

—Señor oficial no se lo lleve y es que él no ha hecho nada malo. Se lo juro. —suplicó en voz baja y paso a mirar a Ezequiel a los ojos con las lágrimas derramándose por mis mejillas. Ezequiel no me dice nada con la voz y solo me mira negando disimuladamente con su rostro. El oficial amablemente se giró para darme la cara y tomó mi brazo de manera sutil para apartarlo del suyo

—Por favor señorita, debe mantener la calma y dejar que hagamos nuestro trabajo. —me habló el oficial, pero yo insistí en agarrarlo por el brazo. Porque sentía que debía hacer algo por mi esposo.

Dos Pequeños DeslizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora