Capítulo 49: Isabel, ¿no piensas hablarme?

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Comienzo a caminar por todo el pasillo de la escuela sin perder de vista todo a mi alrededor y justo me detengo en la puerta del baño de chicas

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Comienzo a caminar por todo el pasillo de la escuela sin perder de vista todo a mi alrededor y justo me detengo en la puerta del baño de chicas. Respiro hondo antes de abrir la puerta, porque seguramente ella debe estar allí dentro y si no está aquí. No pasa nada, porque seguiré buscándola hasta encontrarla. No lo dudo más para abrir la puerta, entro y me encuentro justo con un solo cubículo cerrado. Suspiro para después preguntar en voz alta:

—¿Isabel, estás aquí? —Tengo la esperanza de que de verdad fuese ella.

No me responde nadie, pero siento el ruido del excusado al ser bajado y después el sonido de la aldaba al ser quitada. No tardó en verla caminar con su bulto colgado sobre su espalda y pasó por mi lado para enjuagarse las manos.

Me estaba evitando y por supuesto que conozco la razón. Sin embargo, no insistirle se vería aún más sospechoso.

—Isabel, ¿qué es lo que te pasa conmigo? —No contesta y se hace la sorda. Grr, cuanto odio que me ignoren de esta forma. —Isabel, ¿no piensas hablarme? ¿Estás molesta conmigo? —Ella suspira enjugándose las manos y dándome la espalda para tomar la servilleta. —Soy tu amiga y no entiendo porque de repente estás actuando así conmigo. —Ella soltó un suspiro, pero no se dio la vuelta y me toca tocarle su espalda.

—Ni se te ocurra volverme a tocar, ¿eh? —me advierte girándose a verme y empujándome por mi hombro. Respiro profundo dando un paso atrás.

—¿Qué mierda, te he hecho Isabel para que me trates así? —Ella suspira grandemente y luego sonríe, pero no era una sonrisa de felicidad. Mierda, era una sonrisa triste y me rompió el corazón verla así.

Claro que sé todas las respuestas a cada pregunta que estoy haciendo, pero debo fingir y debo hacer esto bien. Porque ya no deseo seguir equivocándome o todo terminará mal por mi culpa.

Cosa que no quiero que suceda. Yo no quiero a Ezequiel en prisión sino que lo quiero conmigo y nuestros hijos. Deseo grandemente que me acompañe cuando esté en labor de parto y hasta pase un rato conmigo en el hospital. Sonrió al recordar lo que hicimos ayer, luego de que nos bañáramos juntos y nos sentáramos a comer. Estuvimos conversando mucho sobre nuestros hijos y nuestro futuro.

También me ha pedido que vaya pensando en el primer lugar que a mí me gustaría ir en cuanto no haya que escondernos de nadie y eso me lleno de mucha emoción. También acordamos la historia que le diremos al mundo sobre cómo nació nuestra relación y cómo es que hemos decidido arriesgarnos a estar juntos. Sonrió inconscientemente al recordarlo, pero al escuchar un gruñido regreso a mi realidad y aparto mi sonrisa.

Juro que yo quería que conservaramos nuestra relación de amistad antes de que le dijese la verdad y para serle honesta también quisiera que al enterarse siguiéramos siendo amiga. Sin embargo, creo que esto último no se cumplirá y ni por mil rezos que le haga a mi Diosito. Porque eso sería como pedirle demasiado a la vida y hasta a ella misma después de lo que le hecho.

Dos Pequeños DeslizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora